Como muchas y muchos ya sabrán, el Ayuntamiento ha sacado a licitación —tras nueve años de ausencia— la colocación de la réplica del Juguete del Viento en la plaza de La Puntilla.
Necesitamos un plan para salvar a la playa de Las Canteras de esta mediocridad estancada, muchas veces camuflada por la belleza de la playa y la magia de su luz.
Las terrazas son parte esencial del paseo de Las Canteras, pero su crecimiento descontrolado está generando malestar. Muchos locales ocupan más espacio del que les corresponde, en detrimento del uso público. La falta de control municipal ha convertido algunos tramos en auténticos comedores. La visión del mar y el disfrute del paseo se ven cada vez más limitados. Urge actuar para recuperar el equilibrio entre negocio y ciudadanía.
Llega el verano y, salvo contadas excepciones, el cielo de Las Canteras se cubre con nuestro particular manto gris: la panza de burro. Este fenómeno, una capa baja de nubes grises asociada a los vientos alisios, es amada y odiada según el punto de vista: no es lo mismo estar de vacaciones que trabajando.
Leo y veo que se entregan premios por méritos de todo tipo a personas y colectivos diversos. En las mismas Fiestas Fundacionales, la ciudad concede distinciones a quienes, a título individual o institucional, han contribuido —o contribuyen— al bienestar común. Me parece bien.
El cambio de denominación de la playa de Guanarteme a La Cícer no se debió a una decisión administrativa formal, sino que fue un proceso gradual, impulsado por la presencia de la central eléctrica y su influencia en la identidad local
Para que este espacio vuelva a maravillarnos, deberíamos tomar medidas importantes—algunas quizá radicales—pero que serían eficaces para que, con el tiempo, la vida regrese con fuerza