Punta Brava: las olas inundaron las calles Portugal y Churruca, llegando a los bajos de algunas casas 📷
El domingo 20 y el lunes 21 de febrero de 1966, pasarán a la historia de las efemérides meteorológicas de Canarias por el enorme mar de leva (reboso) que azotó la costa norte de Gran Canaria (también afectó a otras costas del norte del archipiélago).
Canarias fue castigada por un fuerte mar de fondo de «violencia desconocida», causando enormes destrozos a pleamar en la costa norte de Gran Canaria. En ese domingo de 1966, al fuerte temporal se le sumó una gran marea viva debido a la luna nueva, contribuyendo significativamente a los destrozos en la línea de costa.
En la Bahía de El Confital, se llevó por delante numerosas infraviviendas del poblado de El Confital y destrozó la costa entre Punta Brava y El Lloret: la parte del litoral de Las Canteras que no está protegido por la Barra.
En El Confital, nadie pudo dormir entre el domingo 20 de febrero y el lunes 21. Las olas embestían una y otra vez contra el poblado de chabolas. Algunas de las infraviviendas fueron arrastradas y muchos de sus habitantes tuvieron que esforzarse al máximo para ponerse a salvo, permitiendo que el agua se llevara todas sus pertenencias. En los días posteriores, muchas de las familias, aquellas que se habían quedado solo con lo puesto, tuvieron que ser atendidas por Cáritas y otras instituciones.
Las olas golpearon con fuerza los muros de la playa de Las Canteras, entre la Playa Chica y la Peña la Vieja; el agua invadió el paseo, destrozando en muchos puntos partes de la barandilla de madera, y el muro sufrió el embate de las olas. El material de la playa, como hamacas, casetas de lona, patines, etc, se convirtió en juguete de las olas y sufrieron grandes destrozos.
En Punta Brava, las olas causaron considerable daño (foto de portada); inundaron las calles Portugal y Churruca, penetrando el agua en numerosos bajos de las viviendas.
En la playa de la Cícer, el oleaje destrozó la terraza de una sala de fiestas, y el agua se elevó por la pendiente de tierra que unía las casas del barrio con la playa, alcanzando las viviendas más cercanas a la orilla.
El Rincón, al no estar protegido ni por la Barra ni por La Isleta, sufrió mucho el embate de las grandes olas, inundándose las factorías de pescado de la zona; y llenando de piedras y bloques, de los muros destrozados por el oleaje, la carretera de salida hacia el norte.
Otros puntos de la costa de la ciudad y de la costa norte de la isla sufrieron inundaciones y grandes destrozos a causa de las olas, viéndose escenas impactantes.
1 Comentario
Recuerdo ese día como si fuera ayer. Yo estaba en la playa chica y el agua subió y se metió por Torres Quevedo hacia Bernardo de la Torre.