Años sesenta.
Una tartana espera a los turistas en el estacionamiento de la calle Sagasta, mientras un microbús circula procedente de La Puntilla.
Una fila de pinos marinos o casuarinas decora el borde de un sencillo paseo de Las Canteras.
Los bañistas disfrutan de una pleamar.
En aquellos años el agua a marea llena llegaba mucho más arriba que en la actualidad, la acumulación de arena ha ensanchado la superficie de arena seca.
Al fondo se ve el torreón de agua salada de La Isleta.
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