Ayer tarde, encontrándose galopando en las playas de Las Canteras tres jóvenes, atropellaron a un niño que se hallaba en aquel sitio propio de recreos de su edad y del lugar.
Providencialmente se evitó una desgracia. El único sitio donde con relativa libertad pueden nuestros pequeños recrearse fue invadido ayer tarde por un tropel de jinetes que a galope tendido no en plan de paseo cruzaron la playa de Las Canteras. Un pequeño hijo de nuestro amigo Don Antonio Marrero estuvo a punto de ser arrollado por las caballerías, si su instinto de conservación no lo hubiese inclinado a arrojarse hacia un lado con el tiempo suficiente para escapar.
Está demás toda clase de comentarios al anterior suceso; y como conocemos que la digna autoridad militar tiene dadas estrictas instrucciones para que no se permitan tales abusos, le llamamos la atención con la confianza de que sabrá corregirlo, pues el hecho pudo haber tenido graves consecuencias.
El guardia municipal del lugar que se percató del hecho no pudo tan siquiera tomar los nombres de los infractores por la velocidad con la que partieron; pero suponemos que la denuncia haya sido efectuada para que surtan los efectos consiguientes.
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