“Me encontré en un mar en el que las olas de alegría y dolor chocaban entre sí”. Naguib Mahfouz

Jueves: subirá la brisa del norte, parcialmente nuboso. Mareas grandes

Los cambulloneros en el Puerto de La Luz.

En el Parque del Castillo de la Luz se encuentra un monumento a la figura de los cambulloneros.

Hablar de los cambulloneros es hablar de una etapa de la historia del Puerto de la Luz que comienza en las últimas décadas del siglo XIX y termina a finales de los años cincuenta del siglo XX.

La afluencia de buques de todas las nacionalidades, hacen que la zona del istmo y La Isleta se convierta en un punto de referencia ineludible para numerosas familias canarias que huyen de la miseria.

Pero, ¿qué es el cambullón? Es una amplia variedad de actividades de compra-venta de mercancías, ejercida al margen de la legalidad, entre los denominados cambulloneros y los barcos que visitaban el Puerto. Viene de la expresión en inglés “come buy on”, que es lo que le decían los marinos a los cambulloneros para que subieran al barco.

La relación con los tripulantes de los barcos daba lugar a todo tipo de picarescas. Si un capitán era remiso a permitirles el acceso, falsificaban su identidad, se hacían pasar por prácticos y mientras uno dirigía la maniobra con el capitán, el resto de los compinches trapicheaba con la tripulación. Y cuando avistaban la llegada del verdadero práctico cogían las de Villadiego.

Los testimonios de los protagonistas coinciden en señalar el alto grado de corrupción presente en el puerto y la tolerancia con respecto a la actividad de los cambulloneros. La propia estructura de puerto franco permitió la realización de sus actividades y la proliferación de los más pingües negocios.

La anécdota de “No más caena” (conocida en todo el Puerto)

Al parecer, un cambullonero engañó a un tripulante que no se dio cuenta hasta estar en alta mar. A la vuelta de la nave, el cambullonero vuelve a entablar relación con el mismo tripulante. Estos acuerdan la mercancía que el cambullonero debía llevarse: cadenas. El bote se abarloa al barco y desde éste empiezan a soltar cadenas. Y no dejaron de soltar cadenas hasta conseguir hundir el bote como reprimenda.

El grito del cambullonero se hizo famoso en todo el Puerto: “¡No más caena, no más caena!”.

Autor: estodotuyo

Fuente: conocelaisleta.wordpress.com/ / Texto original: Sergio Millares Cantero

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