Sentada en la Playa de Las Canteras pude convertir esos hermosos momentos de descanso físico y paz interior en un inolvidable canto al águila salvaje.
¡Águila salvaje, que exaltas mi espíritu con tu bello cantar!
Tras tu suave plumaje se esconde la aventura de las aventuras
cargadas de incienso y miel.
Tu mirada atenta ensombrece el nido del mirlo,
tu curvo pico rasga el lienzo que con tus patas pudiste pintar.
Pero tu alma, ¡oh querida águila salvaje!,
es la más hermosa de las aves que han podido volar.
Este canto está dedicado a mi hija Cristina.
Las Palmas de Gran Canaria, 20 de diciembre de 2004.