El istmo de Guanarteme por José Barrera Artiles

En su popular libro de memorias, Recuerdos de un noventón. Domingo J. Navarro, con el tono de humor que caracteriza la obra, hace referencia a las penurias que los visitantes tenían que pasar, tras un ajetreado viaje y un más movido aún atraque en el Puerto de La Luz, para atravesar el istmo de Guanarteme, lo que hoy seria la calle Albareda en Las Palmas de Gran Canaria, y llegar al centro de la ciudad a principios de este siglo;

(….) Prepárate para la peregrinación que vas a emprender hasta Las Palmas. Te espera para conducirte un lastimoso esqueleto cubierto de acribillado pellejo, al que su dueño, el tío Lázaro, da el nombre de burro. En este vivo esqueleto vas a atravesar una legua de desierto de arena que tiene, como el africano, sus movibles montañas, sus llanuras y sus depresiones; a veces también su calor infernal y hasta su símil de su horrible simún si soplan fuertes vientos del Sur. Sin camino, ni vereda, sufriendo frecuentes caídas, unas veces encima y otras debajo de tu lacerado borrico, tardarás una hora en llegar a las derruidas murallas de la vieja ciudad, donde vas a perder hasta la esperanza de encontrar alojamiento y cama en que descansar. ¡Dios te ampare!’.

El ancho campo de dunas al que tan tortuosamente se refería Domingo j. Navarro, no era otro que el espacio que separaba el Puerto de La Luz y Las Canteras, el istmo de Guanarteme, sobre el que en el siglo XX, con el florecimiento del Puerto de La Luz, se fueron asentando las viviendas hasta cubrirlo por completo y consolidar el núcleo urbano de Santa Catalina. Las dunas eran, precisamente, la consecuencia del arrastre de la arena de la playa que, con la llegada de las edificaciones, fueron ganando espacio al mar al servir las casas de freno a los movimientos de traslación de la arena de un lado a otro, con lo cual el istmo se fue ampliando de manera progresiva.

El origen del istmo de Guanarteme está directamente ligado a La Isleta y su formación, ya que fue precisamente esta lengua de arena la que permitió convertir La Isleta en península, acercándola al resto de la Isla. Antes de esto, La Isleta era un islote separado de la Isla principal por un estrecho canal de agua de no mucho más de un kilómetro de anchura que se entroncó a Gran Canaria por el borde Sureste mediante el istmo, de no más de 200 metros de ancho en su parte estrecha, que en sus extremos se abre en forma de copa, y con una longitud aproximada de 41,2 kilómetros. La vertiente occidental del istmo está ocupada por la playa de Las Canteras, mientras que la oriental alberga el Puerto Marítimo.

Sobre el istmo de Guanarteme se desarrolló en una época relativamente reciente, como describía Domingo J. Navarro, un campo de dunas como consecuencia de la dinámica de circulación de arenas arrastradas por las corrientes hacia la playa de Las Canteras y que posteriormente los vientos alisios transportaron a tierra firme. Según se recoge en el Plan Magna, “hasta mediados del siglo pasado, esta formación arenosa se conservaba prácticamente intacta, como se pone de manifiesto en el Plano de la Bahía de Las Palmas, confeccionado por la Dirección Hidrográfica de España en el año 1879. Pero el crecimiento continuo de la ciudad de Las Palmas fue provocando su progresivo deterioro, de tal manera que hoy ha desaparecido en su práctica totalidad”.

Pese a su estrecha relación con La Isleta, no existen datos sobre el material presente bajo el istmo, siendo únicamente Hausen (1962) quien se ha manifestado al respecto, basándose en sondeos y la documentación puesta a su disposición por la Junta de Obras del Puerto de La Luz y de Las Palmas y el Museo Canario. Según recoge el Plan Magna,en su Memoria y mapa geológico de Las Palmas de Gran Canana sobre las teorías de Hausen, “estos depósitos pueden estar cubiertos por coladas fonolíticas y por otra parte por coladas básicas procedentes de La Isleta, sobre las cuales se instalaría posteriormente la terraza cuaternaria. Todas estas consideraciones ponen en evidencia la existencia de importantes movimientos verticales en este sector de Gran Canaria, y en toda la costa Norte, desde el plioceno a la actualidad”. Hasta hace algo más de cincuenta años, el mar barría de lado a lado el istmo como consecuencia de su escasa altura. Formando toda la rasa litoral de la playa de El Confital existe una unidad de aspecto sedimentario con la alternancia de pequeños fragmentos de piedra volcánica hacia el Noroeste, en la que se encuentran abundantes fósiles. Son depósitos formados por una toba compacta donde existen algunas algas calcáreas fósiles. Su origen submarino indicaría la emersión de La Isleta ya en tiempos del plioceno o pleistoceno, en el Cuaternario, no siendo posible precisar más su edad.

Desde el saliente de Los Pollos, en La Isleta, se ve cómo las coladas continúan por todo el acantilado hacia el Norte, formando incluso los pequeños islotes y arrecifes dispersos a lo largo de la costa. Forman toda la planicie que se extiende sin interrupción por la franja costera hasta la Punta del Arrecife, más conocida como La Puntilla, lindante con la Playa de Las Canteras. Sin embargo, respecto a los materiales que afloran en la Punta del Arrecife, es posible que las zonas superiores correspondan a coladas recientes, pero a falta de continuidad en los afloramientos y de un muestreo más preciso, no se puede asegurar.

Como consecuencia de todos esos depósitos, originados a raíz de la formación de La Isleta y sus volcanes, nació la playa de Las Canteras que durante muchos años se llamó Bahía del Arrecife. Se trata de la playa más extensa de la ciudad que alcanza una longitud cercana a los cuatro kilómetros, y está protegida por una barra de formación calcárea y arenosa que impide el transporte mar adentro de la arena. Las arenas llegaron a este área arrastradas por las corrientes marinas y conformaron después, con la ayuda de los vientos, los campos de dunas mencionados, cuyo equilibrio se ha visto alterado por la construcción en primera línea de grandes edificios que han modificado el sistema de circulación de la arena, con la consiguiente acumulación.

Está constituida en su totalidad por arena rubia fina, en la que se encuentran algunos pequeños cristales de olivino y piroxeno. Asimismo, la arena tiene un fuerte componente orgánico procedente de la destrucción de conchas aunque molido, por lo que no aparecen piezas gruesas de forma frecuente. Esta característica es la que daba el nombre a la playa de El Confital, ya que en Canarias, las conchas molidas reciben el nombre de confite, y es aquella una zona abundante en este tipo de restos orgánicos. Del agua de Las Canteras en diferentes ocasiones y especialmente con la presencia de la bajamar, emergen restos rocosos a modo de pequeños islotes que corresponden probablemente al sustrato donde se apoya la arena de la playa y el istmo en si. Durante la marea baja, estas peñas quedan totalmente rodeadas en algunos casos por la arena, y son aprovechadas por los chiquillos para recorrerlas e incluso hacer pequeñas capturas de peces y crustáceos que no tienen mayor interés que el de servir de mero entretenimiento.

José Barrera Artiles (extracto del libro Las Canteras-1900-2000)

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