El pasado jueves en Madrid Las Palmas de Gran Canaria pasó la primera fase de clasificación para ser designada Capital Cultural Europea 2016. Del mogollón de ciudades candidatas -todas peninsulares menos Las Palmas- se clasificaron sólo seis para jugar el play off y era de ver la cara de satisfacción de los componentes de la delegación canaria que defendió nuestra candidatura con el alcalde que no cabía en sí.
Frente a las demás, Las Palmas tiene buenas bazas que jugar en esta partida: la insularidad tricontinental, la cercana lejanía, el profundo océano donde flota, su proverbial primavera, las momias vivientes de Vegueta, el mago cosmopolita, Colón, los guanches castellanos, las gentes de todo el mundo que abigarran el Puerto, sus volcanes de amor y fuego, el exotismo en la Unión Europea,… ¡Y la playa de Las Canteras!
Porque Las Canteras es una playa urbana incomparable, para muchos el alma de esta ciudad. Playa para todo el año, donde se forma la cantera de fútbol que devolverá el equipo a primera; playa con auditorio que sirve de faro a los surferos y bugueros; playa de pescadores, bingueros, caminantes, bañistas; playa donde los trabajadores huelgan todo el año y recargan pilas… Y también la playa de las sanjuaneras y donde sueñan con volar los hombres pájaro avión y gira el juguete del viento y bracean los nadadores de Panadero.
Además, no lo olvidemos, designaciones tan rimbombantes como esta de Capital Cultural Europea deben servir para dar oportunidades a los pueblos que menos tienen (por ejemplo, por su condición de ultraperiferia), de paliar injusticias históricas, de dar a conocer lo menos conocido, etc.; y no tanto la de consagrar lo consagrado ya o la de reconocer lo más que reconocido. Confío en el buen juicio del jurado.
A pesar de la crisis, y de la falta de perras, Las Palmas tiene una esperanza, un brote verde: isla versus continente, el continente en miniatura y todo eso.
Luis del Río García
En Alcaravaneras, a 3 de octubre de 2010
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