Año 1952 “Festividad de la Virgen del Pino”
( Foto: De izquierda a derecha: Fernando Rodríguez, Juan Boza Chirino, Manuel Saez Nagore y Antonio Ravelo.)
Aquel día, vísperas de la festividad de Nuestra Patrona, después de comer, sobre las tres de la tarde nos pusimos en camino hacia la villa de Teror.
Después de subir la cuesta de Chile y pasar por Las Torres ponemos directa ha Tamaraceite. Con pasos de montañeros experimentado, ya que Fernando era el experto, nos marco la pauta para evitar cansancios prematuros.
Llegamos al cruce de Las Palmas –Tamaraceite, después de una suave bajada bordeada de eucaliptos torcimos a la derecha y enfocamos a TASMARA, que quiere decir paso de Las Palmas a las tierras del norte. Hasta el siglo XVll era Tamarazaite, pero con los castellanos desaparece la (za) por (ce).
Las primeras casas antiguas a la derecha tienen una pequeña ermita del siglo XVll. Seguimos subiendo y a la izquierda de la carretera a medida que entras en el pueblo nos llegaba el olor del gofio que un molino de renombre dejaba escapar por entre sus puertas y ventanas. Este gofio se vendía por toda la isla de Gran Canaria.
A la izquierda está el desvío a San Lorenzo, vimos una gran explanada de plataneras y los estanques de el Barrial.
Pero nosotros seguimos nuestro camino hacia Teror.
Nos dirigimos al cruce de Teror y hasta Miraflores bordeando el barranco de Tenoya. Llegamos a las puertas de nuestro destino. Nos detuvimos cerca de un colegio de monjas y de unos castaños. Aproximadamente eran las siete de la tarde cuando ya estábamos acampados.
Nuestra chabola era muy sencilla y en un periquete estuvo instalada. Acordamos horarios de guardia y paseos.
El gentío, los cantos isleños por doquier, ron, carne de cochino, turrones, luces de carburo, era cada vez más acentuado. Gente entrando y saliendo de la Basílica, promesas a la Virgen.
Muchas de estas promesas eran personas de ambos sexos avanzando de rodillas desde la puerta de entrada hasta el pie del altar mayor.
Rondallas actuando en la plaza principal por riguroso orden, mientras el público danzaba libremente por donde podía. El ambiente festivo era total. Los turrones de gofio, almendra y miel, ¡riquísimos!.
Al día siguiente ocho de septiembre un buen desayuno de chocolate con churros nos despejó de la resaca y paseamos por el pueblo, esperamos a oír la Santa Misa Solemne.
Por la tarde ya en nuestro barrio de Las Canteras -Peña la Vieja- para descansar de la caminata cada uno hizo lo que le pareció. En mi caso no me lo pensé dos veces y el baño en el Charcón fue fabuloso, y me recordó que bueno es ser un playero de Las Canteras.
Juan Boza Chirino
En honor de mis compañeros de caminata.
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