“Amanece. Me asomo a mi pequeña ventana, para ver cómo está la playa. Mar en calma, amenaza lluvia, aún así algunas figuras se distinguen caminando por la orilla. Pies descalzos, el contacto con el agua, el placer de la frescura. Desayuno, vuelvo a mirar por esta pequeña ventana: parece que la mañana se va despejando, la temperatura se intuye subiendo. Mas personas por la orilla se dejan entrever, difuminándose, a lo lejos, entre la espuma de las olas y la propia arena, como fundiéndose con ella. Unos corren, otros caminan, otros, sencillamente, se paran y miran hacia el infinito, como si se dejaran llenar de la inmesidad del mar que besa esta maravillosa playa de Las Canteras. Me ducho y me visto, pensando en las personas que a esta hora, tan temprana, dejan que el mar les bese los pies. Los envidio. Que placer, que gusto. Con mal humor me pongo los calcetines. Hoy tampoco me tocará sentir la arena en mi piel. Termino de vestirme y salgo a la calle, miro el termómetro que cuelga en la puerta de mi casa. Hoy hace frio, mucho frio. Son las 8 y media de la mañana y el termómetro marca 10 bajo cero. El frio gopea mi rostro y solo ahora, despues de esta sacudida, soy consciente de lo lejos que estoy de Las Canteras. Por unos momentos, y mientras me preparaba para salir, mi ventana era la ventana que cada dia me traslada a la playa, la que cada dia llena mi casa de mar, sol y arena, la que cada dia me inunda con la brisa y la que cada dia me hace sentir allí, aunque no sea verdad.”
Madrid 28 de Enero del 2005
PD: Nunca apaguen mi ventana (webcam)
Tommy Valdivielso.
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