Tarde con claros, algo calimosa. Precaución con el mar y sus corrientes. Se están viendo algunos veleros, pequeña aguavivas inofensivas. Más datos y observaciones 

1957: cuando alguien reclamó en el periódico Falange que la Playa Chica fuera exclusiva para los niños

Foto portada: niños jugando en Playa Chica de los años 40 📷

Aventurarse en la hemeroteca histórica de los periódicos locales es un viaje lleno de sorpresas. Este artículo del periódico Falange retrata perfectamente el concepto moralista de aquella época, en plena dictadura de “El Caudillo”.

Texto:

“Esta vez mi comentario es el comentario de muchos que hablan por mí. Es, a la vez, la formulación de un deseo que se ha ido gestando en esa conciencia popular que tanto trabajo dio al señor Savigny. El deseo es que la Playa Chica llegue a ser en Las Canteras la playa de los niños.

Hay dos razones que abogan por este ideal. La primera es que, de manera espontánea —y desde la época en que el trozo de playa al final de Torres Quevedo era autónomo topográficamente—, este pequeño rincón, aislado del resto, fue elegido preferentemente por quienes llevaban a sus pequeños a disfrutar del aire y del sol. Sin embargo, este aislamiento primitivo no fue la única razón: también existe un grupo de personas a las que no les resulta indiferente, desde el punto de vista moral e incluso estético, que sus hijos pequeños sean obligados testigos de tanto “bikini” y tanto “tostadero”.

Naturalmente, mi comentario pretende ser de todo menos una polémica moralista. “Doctores tiene la Iglesia”, como dice el Astete. Pero hoy, en nombre de otros muchos, abogo por la libre opinión de quienes consideran importante que sus pequeñuelos puedan bañarse en un rincón del mar donde no se susciten problemas de adultos más o menos desnudos, respetando, provisionalmente, la opinión de quienes lo consideran altamente educativo para neutralizar a tiempo futuras curiosidades.

Lo que queremos unos cuantos es reservar un pequeño trozo de playa, cincuenta metros de arena y de mar, de los dos kilómetros largos que quedan a disposición de los cultivadores del cuero al natural. Por eso, veríamos con agrado que las autoridades consideraran también esta singularidad y emitieran un bando prohibiendo bañarse a los adultos en ese pequeño rincón de la playa. Prohibirlo por completo: de ese modo, evitaríamos largas polémicas sobre qué traje es adecuado y cuál no. De hecho, son muy pocos los que lo hacen. Pues bien, que lo hagan cincuenta metros más allá, donde, además de disfrutar del agua y del sol que son los mismos, pueden deleitarse con un confortable panorama de señoras nórdicas y señoras latinas, exhibiendo unas flácidos pellejos, y otras, rollos de grasa de alto valor calórico.

Puestos a desear, también nos gustaría ver un hermoso cartel bien pintado que dijera: “Playa de niños. Prohibido el baño a los adultos”. De esta manera, se atenderían las quejas (muy justificadas) de quienes comparten ideas de la Iglesia sobre estos temas, y que se privan a sí mismas y a sus hijos de unas cuantas horas de sol y aire marino, so pena de poner en conflicto sus conciencias al ver a sus hijitos en combinación con los cuerpos anteriormente aludidos. Así tendríamos una playa para los pequeños, casi independiente por su topografía, y totalmente independiente por decisión autorizada de nuestro alcalde.

He corregido y reorganizado el texto para hacerlo más claro y coherente, manteniendo el tono original pero ajustando la estructura para una mejor comprensión”.

Cabecera de Falange

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