Una vez más, en La Cícer, salen a la luz los restos de las construcciones de su pasado: la central eléctrica y el aparcamiento que nunca se utilizó. Todo debido al movimiento de la arena por el efecto de los rebosos y temporales marítimos.
Viejos pozos, tramos de tuberías y antiguos muros de la central eléctrica, derruida a finales del siglo pasado, se mezclan con la base de hormigón armado y otros restos del llamado mamotreto, una obra -nunca utilizada- del aparcamiento que se construyó en la parcela de la central.
Al ver los restos del muro de la fábrica de Unelco podemos dimensionar e imaginarnos el espacio de playa que se usaba como parcela industrial. El muro de piedra de un grosor considerable es como una muralla; hacia el interior, la industria con sus suelos contaminados; hacia el mar, la playa y el mar. Los restos de los pozos y tuberías pertenecen al sistema de refrigeración de la central. Los más viejos recordamos cómo por ellas salían hacia la playa chorros de agua caliente, consecuencia de refrigerar turbinas y motores.
Del derruido aparcamiento fallido, construido tras gastarse muchos fondos europeos en la parcela vacía tras desaparecer la central, nos queda, y se ve cuando la arena se desplaza de lugar, la base de hormigón armado. Algunas “hipótesis” indican que debajo de ese suelo hormigonado se oculta una tierra altamente contaminada debido a productos químicos y derivados del petróleo asociados al funcionamiento de la central durante décadas.
Siempre hay que tener en cuenta que pasear por todo este entorno cuando todos estos restos están fuera es peligroso por la presencia de rocas punzantes y viejos hierros oxidados.
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