Las palomas no saben donde posarse, el último inquilino de las viejas casuchas desaparecidas descansa bajo una “marquesina” rodeado de sus perros y sus pocos enseres. Piensa en su futuro. Barcas desterradas, que añoran al mar.
La pala mecánica derribaba este jueves pasado las últimas infraviviendas del interior del espacio, y El Confital adquiere una nueva dimensión paisajística.
El momento y la sensación recuerdan cuando los tractores se llevaron, allá por noviembre del 2004, las últimas chabolas de la playa.
