“Cuando dos caminos se separan… toma aquel que se dirija a la playa”. Hannah McKinnon

Viernes: con la brisa del norte llegan las nubes

El pícnic

Pie foto: pícnic en La Barra de Las Canteras, c. 1925. 

Una fotografía, probablemente tomada en 1925 por Bernardo de la Torre Millares, es el primer documento visual que muestra a ciudadanos en un momento de ocio en la Barra Grande de Las Canteras

 Aunque cueste creerlo, existen en la actualidad ciudadanos de Las Palmas que nunca han puesto un pie en la Barra Grande de la playa de Las Canteras. El reportero, que ha frecuentado desde niño este sublime arrecife, ha conocido a lo largo de su vida a varias de estas personas y nunca ha dejado de sentir perplejidad cuando se lo cuentan. ¿Pero cómo es posible que no hayan ido nunca a La Barra, nadando, en barca o en colchoneta? Por no hacerlo, ni lo han intentado andando, ahora que la acumulación de arena entre la playa y la roca lo permite de principio a fin los días en que la marea está muy vacía. Qué pena.

Como cabe la posibilidad de que algún lector que esté de paso en la isla lea este reportaje –en el supuesto de que haya alguien, además del firmante, que lo haga-, aclarémosle que la Barra Grande es una roca de unos 800 metros de largo y 100 de ancho que discurre paralelamente a la orilla, a unos 175 metros de la misma, como una réplica tosca del horizonte. Desde tiempos difíciles de precisar, los pescadores la frecuentaron para extraer lapas. También lo hicieron los artesanos que extrajeron de ella fragmentos con los que construían pilas para destilar agua. Y, en algún momento del siglo XX, comenzaron a visitarla, así mismo, los veraneantes, que empezaron a construirse casas en la playa en los últimos años del XIX. Es probable que los elegantes señores de la imagen que celebran un pícnic en La Barra, fuesen propietarios de una de esas residencias de veraneo. Sea como fuere, esta foto, que agita la memoria y detona la imaginación, es el asunto de este reportaje.

Gentes, ciudadanos de Las Palmas probablemente, que van a pasar en la Barra Grande unas horas de asueto. Tal vez haya otro documento visual de este tenor más antiguo. Éste, en cualquier caso, facilitado por la web miplayadelascanteras.com, es el más lejano en el tiempo que conoce el periodista. Bueno, éste y otro similar, perteneciente al legado de Josefina de la Torre Millares, disponible en el archivo en red de la FEDAC (ficha 16841) y firmado por su hermano Bernardo en 1925. Por su número y su aspecto, el grupo se parece, de modo que es más que probable que la foto que nos ocupa la tomase el mismo autor en el mismo momento, sólo que ésta tiene más chispa que aquélla.

Dueña de un enorme poder hipnótico, al menos para quienes están acostumbrados a ver fotos de esta ciudad, la fotografía tiene también un punto suavemente divertido por el porte elegante de los burgueses, que vinieron a La Barra perfectamente trajeados y acompañados de su chica de servicio convenientemente uniformada. Llegarse entonces hasta la gran roca no debía de ser, como lo es hoy, cosa de todos los días, y por eso en las barquillas que les trajeron, los excursionistas cargaron también la pesada cámara que debía inmortalizar el momento. No es descartable tampoco que gente tan jovial acarreara además con un gramófono y que, antes o después del almuerzo, se pusiese a bailar el charlestón en medio de las aguas.

Por lo demás, produce estupefacción ver el perfil de la ciudad al fondo, desde esta distancia en el tiempo y el espacio, con la Clínica San José a la derecha y, a la izquierda, el arranque de las Montañas de La Isleta.

Si la fotografía, como es bien probable, la hizo Bernardo de la Torre, entre las viviendas que se ven en primer plano figura la casa que entonces compartía con sus hermanos, y en la que dos años más tarde fundarían el Teatro Mínimo. También puede que en el grupo se encuentre su hermano Claudio, escritor esencial, y su hermana Josefina, gran poetisa y actriz, amén de nadadora, autora, entre otros conjuntos de versos, de uno de los más importantes poemas escritos sobre Las Canteras.

Fotografía que debería figurar en todos los repertorios de imágenes históricas de Las Palmas, entre otros mensajes, esta imagen nos transmite que para tomar distancia de esta ciudad, para sentirse un poco cosmopolita, sus habitantes sólo tienen que llegarse hasta la Barra Grande y ponerse a mirarla a través del mar.

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