Nadie sabe como apareció en El Confital allá por el mes de diciembre.
Quizás se escapó en el último segundo de convertirse en un suculento “pato a la naranja” en un festín navideño, o sirvió por unas horas como protagonista principal de algún acto de santería.
Lo cierto es que desde entonces este pato real o pato negro (Cairina moschata) es un habitante más de los que disfrutan de este maravilloso espacio natural.
Nuestro pato confitalero sobrevive gracias a algunos trozos de pan ofrecido por los miembros del servicio de limpieza, o de la caridad alimenticia de algún residente que todavía posee palomas entre los restos de la vieja factoría.
Al final, si sigue entre nosotros, el pato aprenderá a pescar cabosos y barrigudas en los charcos del entorno de Las Monjas, tiempo al tiempo….
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