Este señor se acercaba todos los días a la orilla de La Puntilla para alimentar a las gaviotas con las tripas y otros desechos de los pescados que traían los barquillos de pesca tras faenar en la bahía o detrás de La Isleta.
El revuelo de las aves era impresionante, con el tiempo se convirtió en una atracción turística para el turismo que durante aquellos años abarrotaba la playa de Las Canteras.
Al fondo se distinguen las desaparecidas construcciones de La Puntilla.
Autor desconocido.
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