Los aborígenes canarios utilizaban estas caracolas (bocinas, bucios o busios) para comunicarse debido al sonido que generan al soplar en ellas.
El bucio o busio en un molusco gasterópodo que vive en los fondos rocosos y arenosos entre 0 y 700 metros de profundidad. Se alimenta de equinodermos y de otros invertebrados, siendo una de las pocas especies capaces de comerse al erizo Diadema africanum.
De color parda amarillenta u ocre, con manchas blancas y marrones. Su abertura -oval- es grande. El cuerpo del animal es rojizo-anaranjado. Puede llegar a medir 32 cm.
Existen dos especies: Charonia lampas y Charonia variegata que se encuentran amenazadas debido a su excesiva extracción para usos tradicionales y ornamentales. Su captura, actualmente, está totalmente prohibida.
El bucio como instrumento musical
Su caparazón es usado como instrumento popular de viento.
Es un aerófono (instrumento musical que suena por la vibración producida por una columna de aire) tubular de presión labial, una trompa natural. Se sopla por el extremo opuesto a su abertura, previamente cortado.
Los usos más habituales para los antiguos canarios era el de hacer señales festivas o transmitir mensajes: advertir de un ataque pirata, un funeral o como despertador. Más tarde se convirtió en indispensable para la población isleña: avisos de fuego, hora de empezar la jornada, etc.
Las posibilidades de sonidos son infinitas y conforman un código que es necesario conocer para interpretar su sonido. Su uso es parte del folclore tradicional canario.
Fuentes: Guía de Biodiversidad Marina de Canarias y CanariWiki
Foto portada de RedPROMAR Gobcan
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