Playa de Las Canteras. Tramo entre Playa Chica y Peña La Vieja. Un número indeterminado de artistas de la naturaleza ha ido pergeñando lentamente, día tras día, década tras década, una serie de cuadros de casual e inacabada, pero poderosa belleza. Entre ellos se encuentran grandes urdidores de la materia como Brisa, Oleaje, Humedad, Hongo, Alga, Moho, Sal, Bacteria, Líquen, Musgo, Grieta o Arena. Las texturas son formidables, labradas al picómetro sobre el descuidado lienzo que constituye el muro del paseo, desde la economía cromática del ocre y la ceniza volcán al intenso verde talófito o los luminosos azules desconchados. Una inopinada manifestación plástica que, en mi irrelevante pero emocionada opinión, poco tendría que envidiar a cualquier obra cumbre del expresionismo abstracto. La exposición es abierta y permanente, aunque puede apreciarse y fotografiarse mucho mejor –y esto lo digo con conocimiento de causa– en las apacibles horas de la bajamar, especialmente si estimas en algo tu cámara.
Contraplano:
Hallábame en plena toma de imágenes, agobiado por la inminente subida de la marea con las olas besándome ya las cholas y los pies, y salpicando peligrosamente muy cerca del iPhone, cuando vi surgir de improviso una figura de mujer de avanzada edad sobre el paseo.
– ¿Es para el periódico? Sí, mi niño, saca fotos. A ver si se enteran. Este muro se cae cualquier día, y el alcalde, nada. Saca muchas fotos y publícalas, mi niño. Esto está que da pena. A ver si les da vergüenza.