Aguas del olvido

Foto: El antiguo hotel del Balneario del Cristo Rincón, en la ladera, tras la Autovía del Norte ( Mariano de Santa Ana)

Fugaz como una aparición o como un recuerdo que refulge un instante para sumergirse de nuevo en el olvido. Es probable que entre idas y venidas por la Autovía del Norte, al pasar por El Rincón, algún pasajero levante la vista y se sorprenda por la presencia de un edificio vetusto, de porte distinguido, que se yergue en medio de una ladera desértica. Deteriorado por el paso del tiempo, este objeto que parece ensimismado en un pasado esplendor, tiene dos plantas con balconadas continuas que se sostienen sobre columnas de capitel corintio. Quien se fija en esta construcción fantasmal en el margen de Las Palmas tal vez la olvida a la velocidad con que se aleja el vehículo. O tal vez no. Quizá hace averiguaciones sobre él. Entonces se encuentra con la historia del Balneario del Cristo Rincón.

Según cuenta el investigador Laureano Lezcano Galindo en su artículo “Noticias sobre el desaparecido balneario del Cristo Rincón”, publicado en la web miplayadelascanteras.com, el hotel se construyó como complemento del balneario, que fue inaugurado el 24 de mayo de 1934 y cuyas ruinas fueron sepultadas por la Variante del Rincón en los años ochenta. El hotel se situaba en frente del balneario, cuyas aguas curativas eran celebradas por la prensa, caso de este periódico, que el 24 de febrero de 1935 publicaba un artículo con el epígrafe “Un balneario que ha de ser en plazo no lejano visitado por enfermos de todos los países del mundo”. Las crónicas que cita Lezcano no mencionan el hotel que, como el balneario, se levantaba en el entonces municipio de San Lorenzo, al que pertenecía el pago de El Rincón.

Una hipnótica fotografía antigua, que Lezcano recoge en otro artículo titulado “Nuevos datos sobre el Balneario del Cristo-Rincón”, que publica en el blog “Túnel de Tenoya”, muestra las trazas modernas y glamurosas del bar del balneario, que habría sido edificado por Miguel Martín, y arriba, en segundo plano, el hotel. En el blanco y negro desleído por el paso del tiempo, el alojamiento parece envuelto en bruma y la ladera, más elevada porque no se ha construido aún la Autovía, resulta una masa inquietante en la que no se atisban caminos para llegar al hotel.

No sabemos si el hotel tuvo la misma acogida que el balneario, Lezcano no dice nada al respecto. En cualquier caso su existencia como establecimiento alojativo asociado a los baños de agua de El Rincón fue breve. “Hasta el 18 de julio de 1936 estuvo funcionando a pleno rendimiento”, cuenta el investigador. “A partir de ahí perdemos la pista de lo que pudo pasar con este balneario de milagrosas aguas”. Aquel día estalló la Guerra Civil y la pequeña historia del balneario fue tragada por la historia grande de la carnicería bélica, en paralelo con el municipio de San Lorenzo, anexionado a punta de pistola por el de Las Palmas de Gran Canaria. Y ahí, en la periferia mental de Las Palmas, separado por el tajo de la Autovía de los restos del balneario que le dio sentido, el hotel se yergue sobre la ladera como un reclamo que anuncia a quienes lo miran desde sus vehículos que el tiempo es un lugar inhóspito.

 

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