El mar es también lo que no vemos, ese silencio milenario que navega el fondo de las aguas ajeno al tiempo que discurre fuera de ellas. Estos días también son para seguir los rastros de los peces luminosos o para contemplar los contornos de las rocas que dibujan mapas de enterrados continentes. Cuando te sumerges en el océano estás emprendiendo un lejano viaje casi sin moverte, una vuelta al origen, a tu infancia y a la infancia de los humanos sobre la Tierra, esporas que un día emprendieron una larga aventura que nos llevó a deambular cada día más alocados por la superficie terrestre. Los peces se quedan mirando cuando nos ven aparecer con el tubo y con esas gafas casi de marcianos. Nosotros somos los extraños debajo de las aguas, los que nos fuimos un día sin saber hacia dónde nos estábamos yendo.
Santiago Gil.
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