Le comentaba hace unos días a Tino Armas el fabuloso espectáculo que se divisaba desde el Auditorio Alfredo Kraus de Las Palmas de Gran Canaria, en el momento en el que la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria interpretaba uno de sus conciertos, y en el exterior se desarrollaba una tormenta con sus relámpagos, rayos y centellas, que se contemplaba a través del ventanal abierto existente al fondo de escenario. Que por cierto, hasta hace poco era cerrado a la hora de comenzar un concierto.

Hubo momentos en el que los espectadores, guardando su compostura y el silencio que se requiere en una sala de conciertos, estaban más pendientes de la coreografía ofrecida por la naturaleza que en la ejecución de la Fantasía morisca de Chapí, o de la séptima sinfonía de Dvorak. Aunque, quizás, algunos lo consideraron una interesante y adecuada pieza complementaria relacionada, con las obras que se interpretaban.

Tino objetaba que no se le extrae todo el provecho al auditorio, situado en uno de los puntos estratégicos de la playa y avenida de Las Canteras. Y tiene razón. El auditorio Alfredo Kraus es un lugar que debería estar abierto al público todos los días laborables para que sea visitado, para que la gente pueda contemplar el paisaje que desde su terraza se divisa, incluso para que se presenten allí exposiciones pictóricas o de cualquier otro tipo, o haya lugares de venta donde se ofrezcan grabaciones de los conciertos o festivales que allí se desarrollan, de publicaciones relacionadas con actividades artísticas, o con la ciudad, en general.

Es una idea que debería estudiarse, porque le daría más dinamismo tanto al auditorio como a esta importante zona de la capital grancanaria. Estamos convencidos de que “no se vende” adecuadamente, especialmente de cara al turismo, todo el potencial de ofertas de las que dispone esta ciudad.

J.M. Balbuena