Considero que la Playa de las Canteras es una de las joyas que la naturaleza ha concedido a Las Palmas de Gran Canaria, la ciudad más poblada de este archipiélago macaronesio.

Sin embargo, no parece que muchos de sus usuarios, e incluso de sus autoridades municipales, la valoren y la mimen tanto.

Es un espacio natural que hay que tratar con respeto, con mimo y habría que dejar bien claras las normas para su uso, porque ni autoridades ni buena parte de quienes la visitan o se bañan en sus aguas parece haberlas entendido.

Que se utilice la playa para espectáculos de masas, para hacer tenderetes y para que determinados individuos reflejen su falta de civismo y de educación, no creo que sea lo correcto en una ciudad que se precie. Esto, por desgracia, ocurre con cierta frecuencia.

El bochornoso espectáculo de la víspera de San Juan del año 2009 no debe repetirse. Ni siquiera argumentando que después de que se retire el público vienen cuadrillas de trabajadores de la limpieza y maquinaria para dejar el lugar limpio.

Por mucho que limpien siempre quedan restos de suciedad y contaminación en la arena y en las aguas: orines, residuos de comidas, plásticos (en las aguas) y hasta preservativos.

Is inadmisible y no llegamos a entender, primero que el ayuntamiento de luz verde para que atenten contra un espacio natural, y en segundo lugar, como la Dirección General de Costas permita que se realicen esos disparates en la playa.

Es hora de que los amantes de esta playa, que tienen sentido de la responsabilidad, y esas asociaciones que se preocupan

por la defensa de la Playa de Las Canteras, alcen su voz y expresen su protesta por la permisividad del ayuntamiento y de Costas, que no sabemos si es por demagogia, por contentar a sus votantes, o porque lo interesante en esta isla y en esta capital es ofrecer «pan y circo» en vez de otras actividades culturales de más altura y de tratar de educar, en el amplio sentido de la palabra, a una parte del pueblo que parece que va a deriva, y en vez de avanzar, retrocede.

A veces pienso que determinados seres humanos no se merecen esta playa que tenemos y que incluso tendrían que abstenerse de pisarla porque la profanan con su conducta.

A diario, o en los días más concurridos se ve la falta de sensibilidad de bastantes personas que ocupan este lugar público sin tener en consideración a los demás y el respeto que deben a esta magnífica playa.

Allí, y para mal ejemplo de sus hijos, de sus pequeños, tiran colillas, restos de comida, plásticos, y todo lo que haya que tirar porque no se molestan en coger bolsas para depositarlas después en las papeleras o en los contenedores. Debe ser un «trabajo horrible» que no entra en su mollera. Debe ser que todavía no han llegado a esa lección de civismo que nunca les han dado.

Repito que el ayuntamiento tendría que dejar esas normas de convivencia y del respeto al medio ambiente bien claras y después proceder en consecuencia.

José M. Balbuena Castellano