Ni los colombófilos saben nada de su paradero. Simplemente “voló”, cual paloma mensajera. Y de momento, mutismo oficial.
Hablamos –ya conocen la noticia por la sección de actualidad- de uno de los cuatro “hombres-pájaro-avión”, desaparecido de su pedestal desde hace unos días, sin que nadie, aparentemente, se haya preocupado: indiferencia institucional y mediática, pues.
La cosa es que no “vuela” una escultura del paseo por primera vez. Ya sucedió, como cuenta esta web, con las nasas del pescador y también con el esqueleto de ballena de aquella exposición “Mareas”, cuyo rastro se perdió en un depósito de La Puntilla, según José Tristán.
Este paseo reúne las mejores condiciones para tener una exposición permanente al aire libre; cada domingo es la vía más populosa de Las Palmas de Gran Canaria. Sin embargo, el cuidado y la conservación de sus cuantiosas obras brillan, lamentablemente, por su ausencia. Falta voluntad.
Desde que en 1992 se instalaran dentro del proyecto artístico “Mareas”, las maderas de estos “hombres-pájaro-avión” se han carcomido por la voraz brisa marina. Igual les sucede a “los nadadores” de Panadero o al móvil de César. Nunca me he explicado bien el porqué de este desinterés. Si se instala una escultura junto al mar hay que pensar en su mantenimiento. Afortunadamente, otras sí se cuidan: las Medusas del Auditorio, por ejemplo, que están en perfecto estado de revista.
A estos “hombres-pájaro-avión”, con vocación de gárgolas, mejor les hubiera ido en alguna casona de Vegueta.
Luis del Río García.
En Luis Morote, a 6 de enero de 2008

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