“Cuando dos caminos se separan… toma aquel que se dirija a la playa”. Hannah McKinnon

Viernes: refresca algo el ambiente

Cambios culturales en el uso de las playas para baños de mar. Las Canteras en Las Palmas de Gran Canaria, un caso paradigmático. (3ª Parte)

Con la década de los 6o estalló un “boom” de turismo en toda la España playera, llamado ahora “de sol y playa”, y que entre nosotros desde 1957 comenzó a producir desde Las Canteras el inicio de un desarrollo económico para Gran Canaria que terminaría por ocasionar un extraordinario cambio social y de costumbres. Fue la etapa de “los nórdicos y las suecas”. Paulatinamente se fue pasando de la playa de los turistas de temporada, entre octubre y abril, a una playa abierta la totalidad del año como destino de vacaciones. Fue época en que a Las Canteras, entre la parte del balneario y La Puntilla, era frecuente contemplarla como una explanada repleta palmo a palmo de casetas cúbicas o cabinas de tela, sombrillas, hamacas para la toma de sol, extranjeros y oriundos sobre la arena embadurnados con aceites de coco o de zanahoria para facilitar el tueste al natural. Lo moreno era un valor en alza en aquella playa de turismo internacional. En la cercanía o inmediato a la playa muchos solares o edificios de época anterior —desde el inicio de la construcción del limítrofe puerto de refugio de La Luz, en 1883— pasaron a acoger nuevos hoteles, residencias o apartamentos, restaurantes, bares o terrazas. La fachada arquitectónica de la playa se transformó radicalmente. También los bañadores de antes dieron paso a los escandalizadores bikinis introducidos por las turistas suecas y a los meybas en el caso de los hombres.

Pero en el final del siglo pasado a Las Canteras le sobrevino un inesperado abandono del turismo. La ciudad y la playa se “desturistisaron” y una aguda crisis económica y depresión colectiva se abalanzó sobre la población local. De los setenta a los noventa fue tiempo de un empeoramiento en aumento. Las Canteras se redujo a playa urbana de uso sólo local. Se cerraron hoteles, apartamentos, discotecas, cervecerías, terrazas, negocios, etc. En el barrio playero el cosmopolita parque Santa Catalina pasó de bullicioso y colorista a fantasma, el cambio lo transformó en irreconocible. Posteriormente se fue remontando la hecatombe. Ahora vivimos la playa multicultural que podrá llegar a ser la playa del mestizaje, si bien nunca ha dejado de ser la alargada playa del gran espectáculo de la vida. Ahora el vestuario para el baño es aún más diversificado, a lo ya conocido se les han sumado el top-less y el tanga tanto femenino como masculino. ¡Quién lo iba a sospechar, no ya hace algo más de un siglo sino hace sólo cuarenta años! Nunca se había enseñando tanto con tan poco.

Del libro ” El mar, la ciudad y el urbanismo” de Fernando Martín Galán. Editado por la Fundación Puertos de Las Palmas.

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