Dedicado a los 16.000 lectores “huérfanos” de la biblioplaya.
Cierran la biblioteca de playa. Me parece un error tan grande como el acierto de abrirla. En esta ciudad casi no hay bibliotecas ni librerías. Nos quejamos constantemente de que la gente no lee, de que sólo ve la tele o navega sin rumbo por Internet, y después dejamos que cierren una de las poquísimas bibliotecas que tenemos.
A los poderes públicos parece darles igual, no importarles la lectura. Sin embargo, un pueblo que no lee es un pueblo que carece de algo. No es lo mismo un pueblo que lee que un pueblo que no lee. Para sustentar una democracia, eso que llaman sociedad civil debe estar bien formada y, por tanto, debe leer.
No basta con crear una más o menos llamativa biblioteca insular en Las Palmas de Gran Canaria, para lustre de los políticos, hay que crear una red de pequeñas bibliotecas escolares y de barrios que acerque el libro al ciudadano. En el Estadio Insular, si se lleva a cabo alguna reforma, en los nuevos centros comerciales, en los nuevos barrios…
En Las Palmas de Gran Canaria la relación libro-playa es culturalmente estratégica, a mi modesto entender, pues lleva el libro a uno de los mejores lugares de ocio que la ciudad tiene. Y eso es lo que le falta a la lectura: un lugar y un momento de ocio.
Por favor, doña Pepa, reconsidere su posición. Y usted, don Jerónimo, que tiene fama de culto, si viene, haga algo, por favor. Creo recordar que en sus tiempos de Presidente de Canarias se preocupó por la educación y la cultura.
El Puerto no tiene biblioteca. Las casas son pequeñas. El libro no cabe ni en las buhardillas, y de ahí la importancia de las bibliotecas.
L.R.
En Churruca, a 15 de septiembre de 2006
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