“Amigo mío,
no puedes ocultarme tus sueños,
cabalgas una hilera de cielos en tu nube encinta,
de barra en barra,
de mar en mar.
Un navío extraño se te acerca.
Tú duermes en un Arca de Noé trenzada de habaneras
con redes vacías de escualos,
sobre la proa del horizonte tiendes tu ropa y yaces
el lienzo, esperas
cada día,
avanzas con la tarde hacia las islas, entras
en la casa de la playa.
Aún está en pie.
Créeme.
Ojos de garza en el aroma,
pinceladas del azul
desde tu sierra pendular
van llegando a
estas tabaibas.
Duermes,
José Antonio,
y pintas el recuerdo de tus sueños a color
al despertar el alba,
mira,
mira,
ya se te ve
en el iris
la Ciudad de Oz”.
(Oz, 15/7/2004))
T.- José Antonio, como tú pintaste las medianeras del Paseo de Las Canteras, me gustaría que nos hablaras un poco de la estética visual de la playa. Me refiero al cuidado de los murales, las esculturas, la decoración de los servicios de hostelería, las sombrillas, los letreros luminosos, etc. ¿Cómo ves tú el conjunto estético de la playa?
J. A.- Bueno, primero voy a dar un pasito atrás para contarte un poco la historia de las medianeras, porque, aparte de lo importante que pudo ser para la ciudad, para mí fue una gran experiencia. ¿Por qué? Pues eso fue en el año 1994 y fue la primera vez que se hizo un proyecto en equipo, entre Fernando Álamo y yo; después, Manolo Padorno hizo otra zona de forma individual. Primero, nos enfrentábamos a un gran espacio, ya no es pintar un cuadro en el estudio, de 2 ó 3 metros, sino a grandes superficies de 400 ó 500 metros cuadrados, que tenían que estar muy bien estudiadas con el entorno para que aquello no fuera un elemento que pareciera una feria. Lo que teníamos que buscar era otra cosa. Había un momento cumbre en Las Canteras, Las Canteras estaba patas arriba, Las Canteras se había levantado para las nuevas instalaciones… Te acuerdas que fue un momento muy crítico, pues los comercios se cerraron, en fin, hubo muchos problemas y había que lavar la imagen. Había unas paredes medianeras que estaban muy sucias, muy estropeadas, que no había forma de arreglarlas, ¿no? Entonces, Fernando Álamo y yo nos planteamos este proyecto. Partimos del poeta Tomás Morales, por eso, en aquellos murales había unos textos escritos, no era nada gratuito, ya que en los textos se hablaba del Atlántico sonoro y demás. Jugamos con una serie de colores que también estaban en ese momento en el entorno, de forma que si tú ibas caminando en el sentido de La Puntilla a La Cícer o de La Cícer a La Puntilla, te ibas encontrando en un sentido unos colores cálidos y en el otro unos colores fríos y, a la vez, se iba leyendo ese poema de Tomás Morales. ¿Qué pasa entonces? Bueno, pues, profesionalmente, a los dos se nos abren unas expectativas muy grandes porque nos enfrentamos al gran formato, nos enfrentamos a lo que es la obra mural y, a partir de ese momento, mi obra cambia. El siguiente trabajo, como tú sabes, seguramente, fue pintar toda la refinería de Tenerife, pero ahí ya me enfrento a ello con una naturalidad tremenda, después de la experiencia que ya había tenido aquí, porque tuvimos que resolver una serie de problemas técnicos debido a que no había suficiente distancia para dominar todo cuando tú te subías a un andamio. Allí subido, tú no puedes dibujar, no es igual que cuando estás dibujando un cuadro y tienes una distancia… así solucionamos todo el tema de los delfines y de todo lo que se hizo con unas plantillas a tamaño natural y, desde abajo, íbamos controlando un poco la obra, porque nosotros, realmente, no interveníamos en ese mural, sino que fueron unos pintores profesionales que nosotros nos encargamos de dirigir. Yo creo que fue muy importante para la ciudad y antes no había ninguna experiencia aquí de hacer murales en paredes medianeras y ése fue como un punto de partida que después se ha ido siguiendo, por otros pintores y por nosotros mismos.
T.- ¿Y la experiencia del trencadís en el mural de la medianera de la zona de La Peña la Vieja?
J. A.- Bueno, es que hay que diferenciar. Primero, si pintamos una medianera que suponemos que en su momento se va a construir y va a desaparecer, ya vemos que muchas de esas medianeras ya no existen porque se ha edificado, pues se pintan para que duren 4 ó 5 años. Algunas que han quedado incluso el año pasado se han restaurado. Sin embargo, el trencadís es para que sea eterno, ¿no? Lo que no se puede hacer es pintar un mural que ya tú sabes que a los 4 años se deteriora y que se puede o no restaurar, y, por eso, el trencadís es la fórmula que yo he encontrado para que la obra sea un poco eterna, dentro de lo que puede ser la palabra eternidad, para que dure. Yo creo que ese proyecto de mural trencadís que yo llamo “La Barra” ha quedado muy bien integrado en el entorno, se jugó con colores que tenían que ver con los edificios… porque es muy complicado, hacer un mural no es una cosa gratuita, no puedo yo venir mañana y poner lo que se me ocurra porque sí… o sea, que tiene que ser una obra que tiene que estar perfectamente integrada en el paisaje, y creo que se ha quedado muy bien, yo me he quedado contento con esa obra.
T.- ¿Y tú has pensado alguna vez cómo quedaría el trencadís en el muro de la playa, entre la arena y el paseo? ¿Sería resistente esa técnica con azulejos rotos?
J. A.- Puede ser una solución, sí… pero mi opinión…
T.- Date cuenta de que todos los años se tiene que pintar…
J. A.- Sí, se tiene que pintar, pero no importa… Yo creo que debemos dejar esa zona como más virgen si quieres… Hubo un momento en que se pintó de blanco el muro en la playa y fue un gran error porque molestaba mucho. El blanco es un color muy luminoso que absorbe la luz y era insoportable en la arena porque actuaba como una gran pantalla que reflejaba la luz. Ese color que tiene ahora en ocre a mí no me parece mal y creo que sería excesivo el estar metiendo murales, resultaría agotador, prefiero que eso sea una cosa neutra.
T.- Y en el Paseo de Las Canteras, ¿qué cambiarías? ¿Te parece bien el pavimento, las sombrillas?
J. A.- Yo nunca he estado de acuerdo con ese pavimento. A mí me parece una barbaridad ese pavimento que absorbe mucho el calor, como sabes, y no es adecuado para un sitio como ése. Fíjate lo que sube la temperatura en esa avenida… o sea, la temperatura que marcan los termómetros ahí no es real, se multiplica. Pero, bueno, ahí está, qué le vamos a hacer… y no es cosa que diga yo sólo, lo dice mucha gente.
T.- Bueno, y tú, como canario universal que vives, normalmente, entre Madrid y Las Palmas de Gran Canaria, ¿cómo vives la playa desde tu experiencia?
J. A.- Yo en Madrid tengo un mar y una playa genética que nunca la puedo olvidar ni renunciar a ella. Yo soy capaz de ver el mar en Madrid porque siempre lo he dicho: el mar para mí es genético y siempre está presente en mi obra. Y, aunque en este momento, estoy pintando los cielos de Madrid, esos cielos, casi algunos, siguen viendo el mar. Yo siempre he dicho que he estado entrando y saliendo del mar en toda mi obra y volveré al mar porque es imposible renunciar a él. ¿Que cómo lo veo? ¡Es que no lo veo! ¡Es que no lo olvido!
T.- Lo tienes presente.
J. A.- Es que yo estoy presente en el mar, estoy presente en Las Canteras, Las Canteras ha sido para mí una fuente tremenda para mi trabajo, donde he hecho… la serie de “El Atlántico”, la serie “De la orilla al horizonte”, la serie “Bajo el mar”, y seguiré y seguiré y seguiré… y la serie de “La Barra”, que la he hecho muchas veces… y seguiré pintando el mar siempre.
T.- ¿Y dónde te sientes más cómodo para bañarte?, ¿en qué zona de la playa?
J. A.- Hombre… yo tenía en su momento el estudio en La Cícer y me sigo encontrando bien en esa zona, porque es una zona que me da mucha libertad, o sea, no hay nada que se interponga…
T.- Es más surfero…
J. A.- ¡Sí! ¡No se interpone nada! Aquella barrera…
T.- ¿Y la arena negra?, ¿no te molesta?
J. A.- No me molesta, no, no…
T.- ¿Te gusta?
J. A.- Sí.
T.- ¿Volcánica?
J. A.- Sí.
T.- ¿Como tú?
J. A.- ¡A mí me da igual! Ja, ja, ja… no soy muy exigente con las cosas, ¿no? Pero no… La Barra para mí es una cuestión muy psicológica en su momento. Cuando yo llegaba a La Barra, era como si saliera de la isla, yo llegué a encontrar en La Barra un sitio de paz tremenda, veía la isla como muy lejos… hasta se oía allá… Para mí, La Barra era un referente… como salir un rato de la isla… y volvía y…
T.- Como una frontera… con el mundo.
J. A. –Sí, como la frontera con el mundo, llegó a ser eso. Por eso es ése el tema que tanto repito en mis series y que seguiré pintando. Para mí, La Barra es una escapada hacia la libertad. El pasear por allí es algo impresionante.
T.- No lo olvidaremos, José Antonio. Tampoco a ti, que estás ahí mismo, en Las Canteras, siempre presente. Gracias y hasta pronto.
Teresa Iturriaga Osa