A principios de 2019, después de analizar y entender aspectos clave del movimiento de la megafauna marina (los animales más grandes que habitan los océanos, incluyendo tortugas, delfines, ballenas y focas), mis colaboradores y yo nos preguntábamos cuál era el siguiente paso para proporcionar respuestas científicas a su conservación. Habíamos identificado la capacidad de estos animales para adaptar su movimiento al medio por el que se desplazaban y nos preguntábamos si realmente podrían esquivar las amenazas a su supervivencia.
La primera respuesta vino en forma de un estudio en el que propusimos una hoja de ruta para entender cómo coincidían en el espacio y el tiempo las trayectorias de estos animales y las amenazas procedentes de actividades humanas. Esas amenazas incluyen el cambio climático (aumento de la temperatura de los océanos), la pesca (captura accidental de especies no deseadas), el tráfico marítimo (ruido y riesgo de colisión) y la contaminación por plásticos (ingesta).
