Entre otros asuntos, se trató en la última sesión municipal el tema de las construcciones urbanas en el litoral de Las Canteras, acordándose que en el futuro estas se ajusten a un plan general. Lo que no sabemos es si dicho plan está ya aprobado o en vías de aprobación.
Nos parece bien que, en lo posible, se remedie el mal causado por no haberse sometido, desde el principio, la edificación de casas en Las Canteras y en todo el Puerto de La Luz a un plan. Sin embargo, lo hecho no puede destruirse, y es necesario aceptar la anarquía de líneas y rasantes que se observa en la hermosa playa y en la mayoría de las calles del populoso barrio.
Antes de la construcción del Puerto, no había más que playas desiertas y arenales abandonados. A medida que avanzaban las obras del dique y se iniciaba el movimiento de buques, crecía la población del Puerto, y las desiertas playas y los abandonados arenales comenzaban a poblarse de edificios.
Al amparo de las múltiples actividades del puerto, surgió el nuevo barrio que hoy es el más importante de Las Palmas. Es asombroso el crecimiento del Puerto en menos de medio siglo. Sin embargo, el Puerto de La Luz se desarrollaba de manera rápida y arbitraria, sin sujeción a un plan de urbanización. Cada cual edificaba una casa o un almacén donde se le antojaba, sin que nadie lo impidiera, como si no existieran ordenanzas municipales y el ornato y la higiene pública fuesen cosas inútiles y sin valor.
El resultado está a la vista. Lo que pudo ser una población moderna, saneada, higiénica y hermosa, con amplias calles y espaciosas plazas, se ha convertido en un barrio sucio y, en general, antiestético. Exceptuando algunas vías urbanas anchas y rectas, el Puerto presenta un aspecto deplorable.
Ciertamente, se han levantado en distintas zonas buenos y cómodos edificios destinados a viviendas, y en Las Canteras existen magníficas fincas de recreo; pero, en conjunto y prescindiendo de detalles, el Puerto de La Luz es un caos, un laberinto en lo que se refiere a alineaciones y rasantes.
La playa de Las Canteras ofrece una hermosa perspectiva, extendiéndose desde Arrecife hasta Guanarteme.
Por algunos sitios, al robar terreno al mar, se ha echado a perder la playa, estrechándola. Esto no debió consentirse, pero ya no hay remedio, y es imposible reparar los errores, las imprevisiones y las complacencias de otros tiempos. La voluntad caprichosa de los propietarios, que tenían por única ley hacer su real gana, imperó, afeando una playa incomparable.
Las Canteras es, desde hace años, un lugar preferido para veranear por muchas familias. Desde la playa, en las tardes luminosas del estío canario, se contemplan soberbias puestas de sol. La brisa marina y la deliciosa temperatura que se disfruta a orillas del Atlántico atraen a las gentes. Además, el espectáculo que despliega la Naturaleza —la luz, el mar y el cielo— es admirable y sugestivo.
No todas las poblaciones tienen la suerte de contar con una playa como la de Las Canteras: de doradas arenas, de mar tranquilo, amplia y bella a todas horas. A Las Canteras acuden los enfermos a recobrar la salud perdida, a Las Canteras se va a bañarse, y a Las Canteras huyen los veraneantes. La playa se convierte con frecuencia, sobre todo los días festivos, en un animado paseo.
¡Qué lástima que tan hermoso paraje haya sido en parte estropeado y afeado por las construcciones urbanas sin sujetarse a una sola alineación!
Pero, ya que no es posible enmendar los errores del pasado, es razonable que se procure que las nuevas edificaciones se ajusten a un plan, a fin de impedir nuevos abusos.
Se proyecta construir en Las Canteras un paseo de diez metros de ancho a lo largo de la playa, desde La Puntilla hasta la casa del cable italiano. Esta es una reforma importante que responde a una necesidad y a una aspiración de la población del Puerto, tanto tiempo olvidada, sin que haya visto la huella provechosa de la acción municipal.
Hay el propósito, muy loable por cierto, de sanear y pavimentar el Puerto, realizando también otras mejoras de utilidad y embellecimiento. Falta hace que se atienda, higienice y hermosee el Puerto de La Luz, víctima de una lamentable incuria.
*Este texto difiere en algunos aspectos del original debido a problemas en la transcripción. El artículo ha sido reorganizado para mejorar su claridad y fluidez, respetando las palabras originales y corrigiendo los errores tipográficos.
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