Desde hace décadas se sabe que las características de la forma de caminar pueden predecir nuestra salud, especialmente la velocidad a la que caminamos. De hecho, algún estudio habla incluso de que podría ser otro signo vital como la frecuencia cardíaca y la tensión arterial.
Numerosos trabajos relacionan una baja velocidad de la marcha en adultos mayores de 65 años con un mayor riesgo de deterioro cognitivo, de enfermedades cardiovasculares, de caerse y sufrir una fractura, de hospitalización e incluso un mayor riesgo de mortalidad.
Por el contrario, una buena velocidad de la marcha se asocia con una mejor capacidad funcional, es decir, una mejor capacidad de moverse y de realizar actividades de forma independiente. También se relaciona con una mayor longevidad.
¿Qué velocidad es adecuada?
Diversas investigaciones recomiendan evaluar este aspecto con pruebas simples.
Un fisioterapeuta puede ayudar a analizar las características de la marcha realizando estas pruebas, que consisten en caminar con el ritmo habitual a lo largo de una distancia establecida delimitada por dos marcas. Se cronometra el tiempo que se ha tardado en recorrer dicha distancia y se compara con los valores estándar considerados normales.
Generalmente, este test se realiza en un tramo de 4 metros. Se considera que una velocidad de marcha inferior a 0,8 metros por segundo está asociada con un mayor riesgo de fragilidad.
Cómo mejorar la velocidad de la marcha
Aunque existe una ligera controversia sobre qué forma de ejercicio es mejor para mejorar la velocidad de la marcha, la pauta que parece ser más efectiva es el ejercicio multicomponente. Es decir, el que incluye varias modalidades, como las siguientes:
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Ejercicios de equilibrio. Ayudarán a mejorar la estabilidad y prevenir caídas. Por ejemplo, caminar en línea recta poniendo un pie delante del otro o mantenerse de pie sobre una pierna, alternando cada 10 o 15 segundos.
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Ejercicios de flexibilidad. Para mejorar la movilidad y reducir el riesgo de lesiones. Las ventajas del movimiento para aliviar problemas como el dolor de espalda es bien conocida.
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Ejercicios de fortalecimiento muscular. Para ganar fuerza en piernas, glúteos, espalda u otras áreas corporales. Un ejemplo puede ser levantarse y sentarse de la silla.
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Ejercicio aeróbico. Mejora nuestra resistencia a esfuerzos prolongados, como caminar a ritmo ligero o realizar marcha nórdica, entre otros.