“Me encontré en un mar en el que las olas de alegría y dolor chocaban entre sí”. Naguib Mahfouz

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4 de enero de 1979: tragedia en El Rincón

Portada del Eco de Canarias 📸

En la tarde del 4 de enero de 1979, en el Km 0 de la carretera de El Rincón, junto al mar (ubicada en lo que ahora es la zona de Lloret), se produjo una tragedia que marcó la vida de muchas familias obreras de la isla: 11 trabajadores fallecieron en la factoría de pescado ‘Hijos de Ángel Ojeda S. A.’

“La tragedia ha vuelto a golpear, una vez más, el mundo laboral grancanario. Once personas, once trabajadores de una empresa conservera de pescados han perdido la vida, como consecuencia de las emanaciones de gas desprendidas en un sumidero, atorado por los desperdicios y las mareas. El drama surgió de forma imprevisible y la gran confusión que reinó tras ocurrir el hecho, ayudó a que el número de víctimas fuera todavía mayor, ya que los trabajadores al observar que sus compañeros no ascendían a la superficie, se precipitaron, uno detrás de otro, intentando prodigarse en su ayuda, falleciendo en el fondo del agujero como consecuencia de los gases tóxicos”. Diario de Las Palmas

“El accidente surgió como consecuencia de una obstrucción en el colector de aguas residuales de la propia fábrica. El excesivo olor obligó a iniciar trabajos para permitir que las aguas residuales, acumuladas en el compartimiento de la tragedia, fluyeran hacia el mar. Era el propio mar el que había ocasionado que el agua penetrara en dicho desagüe, obstruyéndose por la resaca. Los gases, acumulados por el pescado en estado de putrefacción y el agua, habían llenado todo el compartimiento, cerrado por un muro que permitía la emanación solo a marea vacía, pero no a marea llena. Uno de los operarios, encargado de romper el tabique para desalojar el agua, fue la primera víctima. El obrero, incapaz de resistir los gases y el mal olor, cayó desvanecido dentro del compartimiento, que contenía dos metros y medio de altura de agua y desperdicios de pescado. La alarma se extendió inmediatamente y, al quedar el operario en el interior del pozo negro, se intentó salvarlo, cayendo también víctima del gas. El extraordinario compañerismo entre los trabajadores de la fábrica, que sumaban cerca de quinientos, primó sobre la prudencia. Sin caretas antigás, que al parecer había en la factoría, fueron de dos en dos intentando salvar a sus compañeros. Así murieron otros nueve jóvenes. Dado que el histerismo se había apoderado de numerosos empleados, se formó un cordón para evitar que más trabajadores accedieran al lugar, hasta que uno de los doce que habían llegado al compartimiento logró salir con vida. Dada la alarma, se requirió la presencia de los bomberos, quienes, como ya relatamos, fueron extrayendo los distintos cadáveres, uno de ellos con vida hasta minutos después, en una auténtica operación de rescate. Los bomberos achicaron inicialmente el agua, sacando diez cadáveres, y extrajeron el último cuerpo al lograr romper el tabique que mantenía el agua en el compartimiento”. Fuente: La Provincia

Nota de la empresa tras la tragedia (publicada en los periódicos locales): En el día de hoy, 4 de enero de 1979, a las 15:30 horas, se ordenó por el encargado de la fábrica desalojar el agua estancada, causada por las fuertes marejadas de los últimos días, en un pasillo subterráneo por el cual pasan las tuberías de conducción de aguas residuales al mar. Iniciado el trabajo, fuertes emanaciones de gas ocasionaron el fallecimiento instantáneo de los trabajadores asignados a realizar la limpieza, así como de aquellos que, en un gesto de compañerismo y abnegación, intentaron salvarlos. Este desgraciado accidente ha causado la muerte de once operarios.

Fachada de la factoría «Hijos de Ángel Ojeda S. A.



En el palmeral del Lloret se erige una estatua en homenaje a los fallecidos y a su ejemplar compañerismo, con el fin de recordar siempre el sacrificio de aquellos que dieron su vida intentando salvar a sus compañeros de los gases tóxicos. En la base, justo bajo las manos entrelazadas, están grabados los nombres de los 11 fallecidos.

A la memoria de los que dieron la vida por los demás…

Don Rafael Viera Castellano, de 18 años, soltero y originario de Santa María de Guía, residía en La Atalaya (Guía). Don Juan Carlos Moreno González, también soltero, tenía 21 años y vivía en La Atalaya. Don Juan María Alí González, un hombre casado de 23 años, era natural de Santa Lucía y residía en Lomo Santo Domingo de Las Palmas. Don Fermín Silva Ramírez, soltero de 28 años, provenía de San Mateo y vivía en Los Chorros. Don Francisco Isómero Henríquez, de 23 años y soltero, era natural de Las Palmas y tenía su domicilio en Tamaraceite. Don Antonio García Rodríguez, casado y de 29 años, también era de Las Palmas y vivía en la calle Doña Perfecta de la capital. Don José Perdomo González, soltero de 40 años, originario de Las Palmas, residía en la calle Eustaquio Quevedo, en Altavista. Don José Cabrera Pulido, casado y de 37 años, vivía en la calle Sabino Berthelot y era natural de Las Palmas y Mariano Cano Araujo, casado y de 26 años, provenía de Larache (Marruecos) y tenía su domicilio en la calle General Vives. Diario de Las Palmas

 

 

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