Ojalá algún día las instituciones valoren la profesión del socorrista. Me duele mucho que, a nivel social y económico, no se nos reconozca como debe ser.
El otro día, salvamos la vida a varias personas en la playa de la Cícer (niños, adolescentes y adultos) en condiciones bastante duras (cabe mencionar que cada semana ocurren accidentes en la playa). Por suerte, logramos rescatar a un niño de unos 6 años que estaba a punto de ahogarse; si hubieran pasado tan solo 20 segundos más, se habría ahogado.
Aunque no aparezcamos en ninguna noticia de periódico, siempre estamos ahí, trabajando 10 horas al día. Pero lo que más valoro es el agradecimiento de un padre por haber salvado a su hijo. Con esto, quiero contribuir con mi granito de arena para concienciar a la gente sobre lo gratificante y desafiante que puede ser nuestra profesión. Por favor, respeten a los socorristas; aunque pueda parecer que solo estamos “mirando traseros y pechos”, siempre estamos disponibles. Afortunadamente, siempre hay personas agradecidas que nos valoran y respetan (gracias a todos ellos).
Por último, quiero felicitar a mis compañeros de Las Canteras por haber reanimado a un bañista en La Puntilla.
Javier Ramírez Mota
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