Un nuevo estudio, publicado en Current Biology, revela que las hembras de esta especie sacrifican incluso sus mejores años fértiles con tal de mantener vivos y sanos a sus descendientes adultos. Los resultados pueden ser una clave para la conservación de sus poblaciones.
Sin duda, criar descendencia implica cierto nivel de sacrificio. Esta noción, que resulta muy humana, es sorprendentemente extrema en las poblaciones de orcas. Tanto, que las hembras llegan a sacrificar sus mejores años reproductivos con tal de ofrecer beneficios a la descendencia, incluso cuando las crías ya se han convertido en adultas.
Esta es la conclusión de un nuevo estudio publicado en Current Biology. Los datos muestran cómo el cuidado de las crías afecta a las posibilidades de reproducción de las orcas hasta límites nunca antes observados en ningún animal.
Las orcas constituyen una de las especies de mamíferos mejor estudiadas en cualquier parte del mundo. Gracias a las observaciones de sus poblaciones sabemos que se organizan en un sistema social muy característico, en el que tanto machos como hembras se quedan junto a sus madres de por vida.
Los beneficios que obtienen de sus madres las orcas adultas, especialmente los machos, se conocen desde hace décadas. Lo que no estaba claro es si las madres pagan un coste por ello, y si ese sacrificio se puede medir. Este es el planteamiento del que partió un equipo de científicos liderado por Michael N. Weiss, investigador de la Universidad de Exeter, en Reino Unido, y del Centro de Investigación de Ballenas de EE UU.
El objeto de estudio de Weiss y su equipo fue un grupo de estos animales marinos conocido como la población residente del sur, en las aguas costeras del estado de Washington y la Columbia Británica, que ha sido monitoreada desde 1976 por el Centro de Investigación de Ballenas.
Así lo explica Michael Weiss a SINC: “En nuestro estudio, analizamos el éxito reproductivo, es decir, la probabilidad de que una hembra produzca una cría que sobreviva su primer año. Encontramos una fuerte correlación negativa entre esta probabilidad y la presencia de hijos destetados”.
Este resultado, según los investigadores, supone la primera evidencia directa de la implicación materna de por vida en un animal.
Pero esto no es todo. La magnitud de los sacrificios realizados por la madre también sorprendió a los científicos, como describe Weiss: “Estimamos que cada hijo superviviente reduce las posibilidades de una hembra de tener una nueva cría en más del 50 % ¡Este es un coste enorme por cuidar de los hijos adultos!”
Las orcas se organizan en un sistema social muy característico, en el que machos y hembras se quedan junto a sus madres de por vida
Sacrificarse por el bien de los hijos
La mayoría de los animales son fértiles a lo largo de toda su vida. Solo unas pocas especies de mamíferos, entre ellas los humanos y las orcas, experimentan la menopausia.
En el caso de las orcas, alcanzan su madurez en torno a los 15 años de edad y pueden reproducirse hasta los 40 años. Después, continúan colaborando con su sistema social con una larga esperanza de vida, que puede llegar incluso a la centena.
Acerca de estos datos, Weiss responde lo siguiente: “Tenemos fuertes sospechas de que la menopausia de las orcas evolucionó como consecuencia de una extensión de la vida útil, y no por acortarse el periodo reproductivo. No obstante, no hay evidencias de que las orcas hembras alteren el momento de la llegada de la menopausia en respuesta a su entorno social o al número de crías”.
Estudios de la Universidad de Exeter habían revelado con anterioridad que las orcas colaboran con ejemplares más jóvenes tras dejar de ser fértiles. De hecho, una investigación liderada por el investigador Darren Croft señaló que las hembras mayores actúan como líderes de sus grupos sociales. Sin embargo, pierden en la competencia reproductiva con las hembras de menor edad, por lo que dejan de reproducirse.
Estos estudios aportaron la primera prueba en animales no humanos de que la menopausia se produce a causa de un conflicto entre generaciones: las orcas mayores aceptan perder en la competición reproductiva frente a las más jóvenes con tal de cooperar socialmente.
Pero la nueva investigación de Weiss y su equipo va un paso más allá. Sugiere que que la cooperación social de las orcas mayores excede la menopausia y comienza cuando todavía pueden reproducirse. Es decir, las hembras sacrifican sus años de fertilidad para mantener vivos a sus descendientes, incluso durante la época de pico reproductivo.
Beneficios evolutivos para las hembras
No todo son pérdidas. Pese a la sorprendente magnitud del sacrificio de las orcas en cuanto a la fertilidad, lo que resulta único en el reino animal, las hembras obtienen otro tipo de beneficios, como el que sus hijos sobrevivanpor mucho tiempo.
Weiss asegura que estas ventajas son suficientes para compensar los costes directos de renunciar a tener más crías: “Los beneficios directos de la relación madre-hijo parecen fluir completamente de madre a hijo. No obstante, los hallazgos sugieren que mantener vivos y sanos a los hijos adultos tiene importantes beneficios evolutivos a largo plazo”, aclara Weiss.
En el futuro, el equipo de Weiss pretende analizar los efectos que tiene el cuidado de los hijos varones en la mortalidad y otras variables de salud. “En este conjunto de datos, no nos fijamos en la supervivencia de las madres; no obstante, hubo relativamente pocas muertes en madres de las que conocíamos toda su historia reproductiva y su edad”, señala.
¿Se sacrifican igual los progenitores humanos?
Resulta evidente que los humanos cuidamos a nuestras crías por un tiempo muy prolongado, también durante su vida adulta y empleando grandes sacrificios. En humanos y otros primates, las crías mayores a menudo sirven como ayudantes y brindan beneficios al mantener con vida a sus hermanos menores o apoyar directamente a su madre. Pero el sacrificio no parece ser comparable entre las distintas especies.
Sobre esto, Weiss aclara lo siguiente: “En nuestra revisión de la literatura, no encontramos evidencias de que estos casos de atención representen una inversión como tal, ya que no hubo pruebas sólidas de que brindar esta atención tuviera un costo reproductivo tan grande para los padres. Lo que es único en las orcas es que parece que la madre asume un gran costo para sí misma, con el fin de brindar un beneficio a sus hijos maduros”.
Implicaciones en la conservación de las orcas
Los llamados ‘residentes del sur’ están en peligro crítico, señalan los investigadores, y una de las principales preocupaciones son sus bajas tasas de reproducción.
Dado que los nuevos hallazgos revelan un factor determinante importante, y previamente no reconocido en el éxito reproductivo de una hembra, esta información podría contribuir en futuros análisis de viabilidad de la población de las orcas. Los investigadores creen que es muy probable que la incorporación de estos efectos en las proyecciones de población proporcione datos muy valiosos sobre el riesgo de extinción de la población para un año determinado.
“Quizás lo más importante es que nuestro estudio se suma al creciente cuerpo de trabajo que muestra la importancia de los sistemas sociales de los animales para determinar los patrones demográficos. Esto es esencial tanto para la comprensión de nuestro mundo como para la conservación efectiva de las especies en peligro de extinción”, señala Weiss. Por tanto, en trabajos futuros, se espera aprender más sobre la naturaleza de los sacrificios para las madres orcas.
Otro objetivo de conservación principal para las ballenas es asegurar su provisión de alimento. Los investigadores sospechan que las orcas residentes del sur están “muy estresadas por la comida”. Es posible que las madres no coman lo suficiente mientras continúan compartiendo alimentos con sus hijos adultos. Por eso, es fundamental recuperar la población de salmón real(Oncorhynchus tshawytscha)que es una de las principales presas de las orcas y de la que dependen.
Si la población tiene muchas hembras reproductivas, pero estas hembras están ocupadas cuidando de sus hijos, predeciríamos una menor producción reproductiva de la población a corto plazo y, potencialmente, un mayor riesgo de extinción”, señala Weiss. “Esto requerirá medidas en múltiples frentes, incluida la reforma de la gestión pesquera, revirtiendo la degradación de los ríos de desove y mejorando su hábitat oceánico”.
[su_box title=”Referencia:” box_color=”#ffffff” title_color=”#0d0c0c” radius=”0″ class=” “]Weiss, M. et al. “Costly lifetime maternal investment in killer whales”. Current Biology (2023) [/su_box]
SINC. Laura Marcos