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Foto portada. Ana María en el verano de 1943

El pasado 27 de agosto nos dejó Ana María Gómez Arroyo. Esposa de Fernando Valdivielso Torrent, fundadora de una de las familias con más arraigo en la playa de Las Canteras, los Valdivielso.

Ella disfrutó desde niña hasta sus últimos días de su querida playa de Las Canteras. En Las Canteras chapoteó de niña. Disfrutó de su pandilla en los años 40, se enamoró del que fue su compañero, su amor.
Desde aquí trasmitimos nuestro pensar a toda la familia, y reproducimos un texto que le dedicó uno de sus hijos.

Ayer, 27 de agosto, en llegando las claras del dia, Mami inició la andadura hacia su nuevo estado vital. 
El sábado, dia 25, le dediqué las palabras que, a continuación, transcribo. 
Y el deseo se materializó y tuvo un tránsito sereno.
“….Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, 
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.
Cantaba Machado y así hacemos.. nos preparamos para aligerar el equipaje con el que nos enfrentamos a Caronte en la travesía final de la Laguna Estigia.
Y aligerar el equipaje nos provoca tanta emoción que sólo en lágrimas nos deshacemos de la mitad de la vida.
Y ahora, miro hacia atrás, buscando la plenitud de tu vida y te contemplo en todas las situaciones imaginables que siempre cuentas e intento visualizar tus mil y una anécdotas, tus constantes desvelos, tus preocupaciones, tu rostro iluminado de felicidad, tu risa y tu alegria. Y cierro los ojos y te veo en mis horas malas, y te veo en mis horas de felicidad y me rio de aquellos reproches porque hoy, gracias a ellos, soy lo que soy.
Y te veo sonreir por el nacimiento de una o de otro, por la llegada del 23 o del 30, por el cumpleaños del 8 o del 16, y hasta atisbo preocupación por los estudios del 19 o del 22.
Y me siento feliz sabiendo que has sabido transmitir tus valores a toda esta gente que hoy pulula por los distintos suelos de la casa, de nuestra casa, de tu casa. Y recuerdo … ni se a cuantos… que aprovechaban los momentos de descuido para chupar el suelo, -quizá para darle más brillo- o cuando aprovechaban tus ausencias para bailar sobre la mesa… si… aquella mesa que siempre pensamos que se iba a romper y que sin embargo aguanta más guerra que ningún otro mueble, y ahí está… 50 años después… en todo su esplendor y mostrando, orgullosa, sus “heridas de guerra”.
Somos muchos los que estamos ahí, en presencia física o en presencia emocional, porque somos herederos de la fuerza y de las emociones que nos transmites y apreciamos una unión familiar, una buena comida, unas copas de más, e incluso una siestita en el sillón de la entrada a pesar del tan repetido grito “baja los pies de ahí”. En fin, que somos parte de ti, porque de ti venimos y tu sangre también corre por nuestras venas, llenándonos de vida y haciendo latir nuestros corazones.
Por eso hoy mi corazón, y me atrevo a decir que el corazón de los 73, que directa o indirectamente, venimos de ti, laten al unísono pidiendo al destino que la vida te premie por tus actos concediéndote una travesía final en la que la aguas de la Laguna Estigia se muestren mansas y dóciles y que el suave vaivén de las olas ayude a tu alma a traspasar los umbrales de la vida para adentrarte en la plenitud que encontrarás, sin duda, en la otra orilla.
Te queremos por siempre y para siempre, desde Ana que fue la primera en llegar, hasta Ana, que es, de momento, la última en llegar.”

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