“Cuando dos caminos se separan… toma aquel que se dirija a la playa”. Hannah McKinnon

Ambiente agradable

Naturaleza por Juan Boza Chirino

Ahí está la famosa “BARRA GRANDE”

Cuando surgió este misterioso Archipiélago Canario, dentro de la incógnita que lo arropa, una pequeña de sus islas no quiso quedarse huérfana, aislada para siempre. Tal vez pidió permiso para extender su brazito y le fue concedido. Entonces haciendo un esfuerzo saca de dentro de sus profundidades la ultima savia llena de cariño, de tal forma, que es tan agradecida y deja para la eternidad algo único en el planeta Tierra; “LA BARRA”

En el tiempo se ha venido estudiando el comportamiento de este hermoso brazo de lava. De ello se deduce que la mano del hombre y la erosión del mar ha ido seccionando por diferentes puntos, generando unas bocas por las que circula el mar en los ciclos de pleamar y bajamar.

La Barra ha sido el artífice de la creación del conjunto de La Playa de Las Canteras. Y debe su nombre a su existencia misma, como veremos más adelante

Esta es mi hipótesis, experiencia de observador de mi playa.

Mucho antes de crearse las bocas comentadas, ya recibía Gran Canaria por el NE, procedente del Continente Africano facilitado por las corrientes marinas arena en suspensión. Dicha arena se fue acumulando, gracias a la barrera que oponía La BARRA, de tal manera, que formo el istmo terminando por unir de forma total la isla grande y la pequeña (La Isleta) . Tanta más arena se acumulo, que se formaron “Los Arenales”.

Estos arenales estaban formados por dunas de hasta seis metros de altura y más en algunos puntos, cubriendo una superficie que abarcaba: Por el norte hasta la calle Cirilo Moreno llegando a tocar la calle de Fernando Guanarteme, siguiendo esta a la Plaza del Pilar, luego dejaba libre la subida a Tamaraceite, para doblar hacia el Sur y lindaba con el Cementerio, aquí empezaba su descenso hacia el campo de fútbol Unión Deportiva Las Palmas (el de ciudad jardín). Ahí la cortaba la calle Tomas Miller la arena en sus días bajaba llegando a la orilla de la playa de Las Alcaravareras, mientras se parcelaba solares y construía hasta la calle León y Castillo, arteria que unía el Puerto de La Luz y Las Palmas. Siguiendo dirección norte hacia la Isleta, nos encontrábamos con la Iglesia del Pino, estaba rodeada de arena y al final llegaba a tocar la base militar de La Marina, con lo que se cerraba el perímetro arenoso de los años 1942 que conocí.

Como anécdota estas dunas servia para diversión de los chiquillos, deslizándose por ellas como si fuera toboganes. Como aparcamiento de camellos que se traían del entonces Villa Cisneros (Sáhara español), para ser vendidos a los campurrios (gentes del campo) para trasladar el picón (lava molida) y con ella crear zonas de labranzas.

De esta arena salieron millones de ladrillos para la construcción. Precisamente detrás de la Iglesia del Pino a pocos metros, estaba la fábrica de D. Eufemiano Fuentes, dedicada a tal menester.

Soy del parecer, que la arena llego por momentos a querer cubrir La Barra, prueba de ello son los restos de arena que hay entre la orilla y La Barra, sobretodo a la altura de la calle Sargento Llagas. Son muchos los que aprovechan este camino para acceder a ella caminando en baja mar.

Tal vez facilitó ese puente arenoso en los momentos de bajamar allá por los años 1500-1570(?) la circulación de carros y barcazas de fondos planos, para transportar hacia la playa los bloque de piedra llamada “Malpais” tipo de roca ligera y porosa, que se extraían de La Barra y de La Puntilla, para construir las bóvedas de la Catedral de Las Palmas.

Hay escritos que mencionan, que en el silencio al contemplar las bóvedas, puedes que escuches el murmullo lejano de las olas del mar.

Comentaban también los viejos de antaño, que de ella se extraían bloques más pequeños para darles formas de cuencos. Una vez preparados servían para destilar el agua para uso doméstico. En el museo de la Villa de Teror se expone un pieza de esta, con el soporte que para tal fin se adecuaba. Hay casas en los campos que aún conservan estas reliquias. El agua se destilaba a goteo que caía dentro de una especie de olla de barro cocido, cuyo nombre canario es “Talla” .Este complejo de extracciones de rocas era en si una “cantera”.

De aquí proviene el Nombre de Playa de las Canteras

Así que La Barra fue, es y será una fuente de riqueza natural, como agradecimiento continuo de la isla pequeña (La Isleta) de no haber sido aislada de su hermana mayor.

Pero esta agradecida Barra, ha querido ir más allá.

Penso: Si me siguen recortando, con lo que no estoy en contra, ya que me utilizan para un fin hermoso… Pero de seguir así acabare desapareciendo. ¿Qué debo hacer? Y se dijo.

Ya que me han debilitado por mi punto de unión, con mí cuerpo principal (hoy conocemos como (La Puntilla) y por donde esta el peñasco viejo, recuerdo que solté un gran meteorito, cuando hice el esfuerzo final, (conocemos como peña de La Vieja), dejaré que las olas insistan en hacer de las suyas, para que entre y salga el mar con más fluidez.

Actuando así, creó unas corrientes propias que poco a poco vació de arena su lado interior, no dejándose roer más por los canteros y cubrirse de arena, evitando pasar al olvido para futuras generaciones.

La Barra también ha recogido en su superficie, como una madre dolorida, sus hijos dormidos para siempre. Seres queridos, que dedicados a las labores de pesca o deportistas marinos, han dado su último a dios a la vida, mientras estaban haciendo lo que les gustaba: Vivir del mar y convivir con el mar el mayor tiempo posible.

En este rato de recuerdos, el nivel del agua ya me alcanza las ingles y varios bañistas nadan aprovechando los primeros rayos de sol calentitos de la mañana.

No quiero salir a la orilla sin antes no darle unas merecidas gracias a La Barra

Tantos adjetivos tienes, Barra

que no se por cual empezar.

Pero cuando ante ti estoy, Barra

mudo me quedo, prefiero soñar.

Decido salir a la orilla y seguir el paseo dirección sur, hacia La Peña de la Vieja.

Me encuentro en justo delante de La Playa Chica. Porque la Playa de Las Canteras, esta dividida en estos momentos bajo mi criterio en: Playa Grande- dedes La Puntilla al Inicio Playa Chica, – antes este inicio era el Muro Marrero- sigue a la Playa Chica, zona de Los Lisos y Charcón, zona Peña La Vieja, que llega donde la avenida se inclina hacia la CICER, zona CICER y esta con el Rincón donde esta el Auditorio.

Hago una parada en Los Lisos, es una planicie de roca porosa, perforada como una esponja gigante y de forma esporádica huecos más grandes que parecen lagos, aplicando la imaginación, dentro de este plano.

Cuando era un niño y hablo de los años cuarenta y cincuenta, estas rocas “mariscos” casi el cien por cien de los agujero era el hábitat de un inquilino: cangrejos, caracoles, pulpos, lapas, cangrejillas y en los lagos (charcos) cabezudos, canelos, panchonas, roncaores, fulas, camarones etc.

Hoy esta pequeña plataforma esta troceada por la erosión del mar, pero al igual que yo, quien los conoció, estoy seguro, que recordándolos esos momentos pasados hurgando agujeros, sonreirán con nostalgia.

Termino mi visita en estos mariscos en la punta del Barraco. El barraco es el nombre de un pez de roca que pululaban por esta zona, de ahí le viene el nombre a esa parte extrema de Los Lisos.

Los Lisos dan cobijo como si una pequeña bahía se tratara al CHARCÓN, es una pequeña piscina natural con aguas trasparentes. Este lugar ha sido cuna de nadadores. Aquí cada niño del barrio se ha tragado el primer “buche” de agua salada, con lo que ha entrado a formar parte de esa larga historia de usuarios del CHARCÓN.

Solo me separaban cinco metros escasos de mi casa, ahí aprendí a nadar, digamos a saber mantenerme a flote con tres añitos.

El retenerme en casa era un problema para mi madre, fui un playero de pies a cabeza. Sino era un pulpo eran cangrejos, pero siempre traía una novedad.

En un entorno de tal naturaleza respiraba felicidad.

Después de pasar por delante de un determinado numero de peñas, cada una con su nombre, me detengo ante la roca mas bonita de la playa, la Peña La Vieja.

Hablar de ella es no acabar. Han pasado tantas gentes por ella y han ocurrido tantas anécdotas, de muchas maneras, ha sido lugar de amor, tristeza, alegrías, ensueños, de pesca, osadías, retos, ilusiones, y un etcetera muy largo. Por eso los canarios de la zona la Peña La Vieja la respetamos y pedimos respeto hacia ella, como si de un monumento histórico se tratara.

Se dice que a su alrededor se criaban un pez que se llama “vieja” por eso del nombre. Otra, que una señora nadó hacia ella, se subió a lo más alto diciendo: Esta es mi peña. Hay muchas definiciones, el caso es que:

Roca milenaria eres

Canela y negra es tu piel

Buena compañera eres

para quien en ti ponga sus pies

Peña La Vieja te llamas

confianza derramas

Y aquel que te ama

con el pensamiento te llama

Detrás de la Peña La Vieja esta la continuación de La Barra zona centro, hay una separación, luego sigue con un nombre que le viene de antaño “La Barra Amarilla” y en diferentes trozos llega hasta El Rincón pero casi desaparecida por la erosión que los elementos han ido actuando en el tiempo. En este trozo de Barra Amarilla, se puede encontrar los cangrejos blancos, las quinquilla (una especie de langostinos rojos) y lapas. Lo de Barra Amarilla es por su color más ocre que el resto, cuando la salida del sol no esta dificultada por nubes le dá de lleno y la tiñe de amarillo y también hay esas puestas de sol tan características, parece que tiñe la superficie, acentuando ese color amarillo ocre.——————

Juan Patricio Boza.

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