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Las praderas de fanerógamas marinas (sebadales) en Canarias y su diversidad III

3ª Parte

Los peces

La presencia de sebadales sobre sustratos arenosos tiene una gran importancia en el tipo de comunidad íctica que se va a desarrollar. Muchos autores coinciden en que los fondos de praderas son mucho más ricos, en términos de diversidad y abundancia, que los fondos arenosos desnudos. En general, los peces que se pueden encontrar en los sebadales permanecen en ellos durante diferentes períodos de tiempo, pudiendo clasificarse en residentes permanentes, residentes estacionales o temporales, migratorios y ocasionales.

Las praderas de fanerógamas marinas constituyen un hábitat importante para la cría de peces. Los crustáceos planctónicos y de la epifauna sirven de alimento a la mayoría de las especies. Las diferentes especies presentan una distribución espacial en el interior de los sebadales. La abundancia relativa y la composición de las especies de peces encontradas en las praderas de fanerógamas marinas también dependen de la proximidad de otros hábitats (por ejemplo sustratos rocosos, campos de algas, etc.) y del ciclo día-noche, ya que muchas especies utilizan las praderas como refugios durante la noche. La ictiofauna de las diferentes praderas de fanerógamas marinas varía, a menudo, en composición debido a su diferente complejidad estructural.

En Canarias, Mena y colaboradores (1993) encuentran 51 especies de peces en muestreos realizados en diferentes sebadales de Tenerife, principalmente en El Médano. De estas especies, 2 pertenecían a peces cartilaginosos y 49 a peces óseos. Para los sebadales de las islas orientales, se han observado hasta el momento 67 especies de peces (Espino, datos no publicados), 7 especies de peces cartilaginosos y 60 de peces óseos. La familia mejor representada, en términos de riqueza (11 especies) y número de individuos, es la de los espáridos. La familia de los tamboriles es bastante frecuente en las praderas, representada por la gallinita (Canthigaster rostrata) y el tamboril (Sphoeroides marmoratus).

El grupo mejor adaptado a la vida en las fanerógamas marinas es el de los singnátidos, entre los que destacan los caballitos de mar y los pejepipas, con varias especies presentes en Canarias: el caballito de mar (Hippocampus hippocampus), la aguja mula (Syngnathus acus) y los pejepipas (Syngnathus typhle y Nerophis ophidion). Existe otra especie de pez que vive sobre las hojas de Cymodocea: se trata del gobiesócido Opeatogenys cadenati, que alcanza unos pocos centímetros de longitud. Estas especies son, en general, difíciles de observar debido a su gran capacidad de mimetismo ya que imitan las hojas de las plantas.

Una característica importante de los sebadales es la función que desempeña este ecosistema como zona de cría y refugio para los juveniles de muchas especies de peces de importancia económica, tales como: salmonetes (Mullus surmuletus), viejas (Sparisoma cretense), chopas (Spondyliosoma cantharus), besugos (Pagellus acarne), bocinegros (Pagrus pagrus), sargos (Diplodus spp.), bogas (Boops boops), gueldes (Atherina presbyter), cabrillas (Serranus spp.), samas (Pagrus sp., Dentex sp.), etc. Esta capacidad de producción de biomasa de peces que tiene los sebadales es de gran importancia para las pesquerías artesanales canarias. Con frecuencia, aparece asociada a las praderas marinas canarias la comunidad de anguilas jardineras (Heteroconger longissimus). Ésta se distribuye generalmente por debajo de los límites de profundidad de los sebadales, aunque pueden también aparecer intercaladas. Las anguilas son peces planctívoros que excavan un tubo en el sedimento que les sirve de refugio, desde donde salen para aprovechar los organismos que transportan las corrientes.

Amenazas a la conservación de los sebadales

El desarrollo experimentado en Canarias durante los últimos años ha sometido al litoral de algunas islas a una desmesurada presión medioambiental. Por otro lado, gran parte de la población en Canarias, tanto residente como temporal, se asienta en ciudades y núcleos costeros. Este hecho ha dado lugar a que diversas actividades hayan provocado transformaciones sustanciales en los distintos ecosistemas mesolitorales e infralitorales.

Desgraciadamente, los sebadales no han escapado a la influencia de estas actividades. La construcción de puertos comerciales e industriales, puertos deportivos, diques de abrigo, playas artificiales, emisarios submarinos, así como los vertidos de aguas residuales y de salmuera procedentes de plantas desalinizadoras, de residuos e incluso determinadas modalidades de pesca y de cultivos marinos, han provocado el deterioro de algunas praderas y la desaparición de otras.

La única pradera conocida de Zostera noltii en Canarias se encontraba en la zona costera de Arrecife de Lanzarote y prácticamente desapareció por causa de un vertido industrial contaminante hacia 1990 (Aguilera y Col., 1994; Guadalupe y Col., 1995).

En Gran Canaria, la construcción de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria sobre el istmo de La Isleta creó una barrera infranqueable para la circulación de la arena. La acumulación de arena que se ha producido en la Playa de Las Canteras ha provocado la casi total desaparición del sebadal de Las Canteras. En un reconocimiento biológico realizado en esta playa en 1962, se señalaba la existencia de 54.000 m2 de praderas bien conservadas. Los pescadores antiguos del lugar comentan que en un solo lance de chinchorro llegaron a extraerse de este sebadal hasta 3.000 kilos de peces. En 1999 se encontraron tan sólo 6.000 m2 de sebadal degradado. En estudios recientes, apenas se localizan 300 m2 de sebadal mortecino y amplias zonas con los rizomas muertos aflorando del sustrato.

En la Bahía de Melenara, la instalación de jaulas flotantes de cultivos marinos provocó la desaparición de un sebadal que se encontraba en buen estado de conservación. La falta de penetración de la luz, el aumento de la turbidez en la columna de agua, el excesivo aporte de materia orgánica dando lugar a un gran desarrollo de epífitos sobre las plantas, así como de bacterias, cianofitas y diatomeas sobre el fondo, son los factores que degradan las praderas marinas según los expertos, hecho comprobado también en diferentes puntos del Mediterráneo. La posterior colocación de las jaulas en Salinetas, en agosto de 1999, ha provocado la desaparición de gran parte del sebadal en dos años de funcionamiento, detectándose la pérdida de producción de especies de peces asociados a las praderas como consecuencia de la pérdida de hábitat para el refugio y la alimentación. En la Bahía de Santa Águeda, en Arguineguín, las jaulas también han hecho desaparecer parte del sebadal.

Más recientemente, la construcción del puerto deportivo Marina del Rubicón en Lanzarote se ha llevado a cabo sobre una pradera de Cymodocea bien desarrollada, por lo que las plantas que queden al abrigo del muelle desaparecerán, al igual que las que queden enterradas bajo el todo-uno de cantera. La dispersión y posterior sedimentación de finos podrán afectar en mayor o menor medida a los sebadales cercanos del arco Playa Blanca-Punta Papagayo.

La construcción de los Puertos de Arinaga y Granadilla también amenazan superficies importantes de praderas que tienen gran interés ecológico. Un gran número de emisarios se han construido en medio de los sebadales, como en el sur de Gran Canaria. En primer lugar, las obras de instalación y, en segundo, los vertidos de aguas residuales han provocado la pérdida de algunos sectores del sebadal.

La pesca de arrastre con chinchorro, actualmente prohibida en Canarias, también afecta de manera negativa a las praderas de fanerógamas, además de eliminar gran cantidad de peces alevines y juveniles. También, en su momento, contribuyó a la degradación de algunos sebadales.

A pesar de la pésima situación actual de varios sebadales, quizá lo peor esté aún por llegar. Al parecer, se plantea en Canarias la construcción de numerosos puertos deportivos, algunos de ellos asociados a urbanizaciones turísticas de lujo, como en Bahía Feliz, Meloneras, Tauro, Taurito, Veneguera (en el caso de Gran Canaria). También existe una gran demanda para obtener concesiones para la instalación de jaulas marinas para el engorde de peces en diferentes puntos. Teniendo en cuenta la distribución de los sebadales en zonas más o menos abrigadas, consideradas ideales para el desarrollo de estas actividades, así como su reducido rango batimétrico, es posible que en el futuro este tipo de ecosistema marino en Canarias sufra una regresión importante en unos casos y su total desaparición en otros, dando lugar a la pérdida de biodiversidad genética, específica y ecosistémica.

La conservación de este tipo de ecosistema litoral pasa por la protección de la seba (Cymodocea nodosa) en Canarias, también por el conocimiento exacto de su extensión y el estudio de las distintas relaciones ecológicas que permitirán en el futuro su correcta gestión. Actualmente, Cymodocea nodosa es una especie catalogada como “Sensible a la alteración de su hábitat” por el Decreto 151/2001, de 23 de julio, por el que se crea el Catálogo de Especies Amenazadas de Canarias.

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