La semana pasada saltaban las alarmas como si de una película de ciencia ficción se tratase: el asteroide 2024 YR4 alcanzaba una probabilidad de chocar con la Tierra en 2032 del 2,8 % –según la ESA– y del 3,1 % –según la NASA–, las mayores registradas para un cuerpo superior a 30 metros. Un día después (19 de febrero), una de las estimaciones había bajado al 1,5 %. El 20 de febrero la probabilidad ya ha descendido al 0,27 % según la NASA y el 0,16 % según la ESA.
La situación está bajo control, y ocurra lo que ocurra no hay motivo para la alarma en el caso de 2024 YR4. Sin embargo, este episodio nos puede ayudar mucho a mejorar nuestro nivel de preparación de cara a un posible impacto futuro de mayor importancia. ¿Estamos preparados?
De escenario hipotético a inquietante realidad
El 6 de junio de 2024, uno de los sondeos a la caza de asteroides cercanos a la Tierra que podrían colisionar con nuestro planeta descubrió el objeto designado como 2024 PDC25. Unos meses más tarde, se confirmó que estaba en rumbo de colisión con la Tierra el 24 de abril de 2041, y que el impacto devastaría un área habitada de más de 100 kilómetros cuadrados… Estos son los datos de un escenario hipotético de impacto de asteroide. Corresponden al ejercicio práctico que se realizará durante la próxima Conferencia de Defensa Planetaria, en Stellenbosch, Ciudad del Cabo (Sudáfrica) entre los días 5 y 9 de mayo de 2025.
El ejercicio fue propuesto hace meses como una forma de comprobar nuestro nivel de preparación ante una hipotética catástrofe cósmica. Los asteroides cercanos a la Tierra (NEA) pueden evolucionar hasta hacer impacto en nuestro planeta y merecen estudios detallados de evaluación de riesgo.
Pero a veces la naturaleza juega con nosotros, y lo que parecía un escenario de ciencia ficción se ha transformado repentinamente en algo muy real.
Un porcentaje que podría variar con más datos
El pasado 27 de diciembre uno de estos sondeos caza-asteroides que observa desde Río Hurtado, en Chile, descubrió lo que parecía uno más de los centenares de miles de objetos cercanos a la Tierra que habitualmente se aproximan a nuestro planeta sin consecuencias. Sin embargo, este objeto en particular, 2024 YR4, estaba destinado a acaparar las portadas de los medios a nivel mundial.
A finales de enero, conforme se obtenían más datos de 2024 YR4, empezó a quedar claro que no era uno más. Los cálculos indicaban que podría colisionar con la Tierra el 22 de diciembre de 2032 con una probabilidad del 1 %. En estudios estadísticos, cuando la probabilidad de un suceso supera el umbral del 5 % se empieza a considerar significativa. Por tanto, no debía preocuparnos en exceso, pero había que prestar atención.
En ocasiones anteriores, se han producido situaciones puntuales en las que la probabilidad de impacto de un objeto recién descubierto ha tenido valores iniciales relativamente elevados, aunque siempre por debajo del 5 %. Lo normal es que, al obtenerse más datos, el valor de la probabilidad de colisión disminuya rápidamente como está ocurriendo en estos momentos.