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13/02/2025 15:45 🕦
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Madrugada del sábado 10 de mayo de 1986: tragedia en la calle La Caleta de La Puntilla

El accidente ocurrió mientras se esperaba la llegada de vallas para colocarlas en el lugar del hundimiento que había afectado a la calle La Caleta

Así quedó el vehículo tras caer por el risco hasta la playa de La Caleta. En la imagen, vemos a la víctima 📷

Una de las tragedias que aún resuena en las callejuelas que dan al mar en La Puntilla fue la ocurrida en la madrugada del sábado 10 de mayo de 1986, alrededor de las 3:00 horas, en la calle La Caleta.

Esa noche, el trágico destino del conocido antropólogo y sociólogo Manuel del Río Suárez, profesor tutor de la UNED en Las Palmas, estaba marcado.

Una nefasta casualidad hizo que, a esa hora de la madrugada, colapsara la calle La Caleta (los vecinos llevaban denunciando su estado desde cuatro meses antes). Minutos después, en una noche cerrada y sin apenas luz artificial, el vehículo conducido por Manolo del Río, que intentaba salir por La Puntilla, se precipitó a la pequeña playa desde una altura considerable, falleciendo en el acto.

Los otros tres pasajeros del vehículo accidentado: María Alonso Muñoz (esposa de la víctima), Esther Escudero Machín y José Castillo Castillo, fueron rápidamente evacuados a un centro sanitario. María Alonso fue la ingresada más grave.

Esto dijeron las crónicas periodísticas sobre el suceso que conmovió a toda la ciudad, por lo conocida que era la víctima.

La Provincia. Crónica firmada por Alfonso O´shanahan

Trágica muerte de Manuel del Río Suárez

-Su coche se precipitó en La Caleta de La Puntilla poco después del derrumbe del muro de contención.

La muerte de Manuel del Río se produjo al caer el coche de su propiedad, que él mismo conducía, por La Caleta de La Puntilla, sobre las dos y media de la madrugada de ayer, aproximadamente media hora después de que el muro que protegía la calle del risco marino se desprendiera y cayera a la orilla de la caleta. El estruendo fue advertido por los vecinos, quienes dieron aviso a la policía, pero, al parecer, esta no tuvo tiempo material de colocar vallas protectoras ni de establecer un servicio especial.

La fatalidad, combinada con la negligencia municipal —ya que desde hacía cuatro meses se había advertido del mal estado del muro y la calle de La Caleta—, acabó con la vida de un hombre muy querido por sus dotes humanas y altamente valorado por su destacada labor profesional en el ámbito de la antropología cultural y diversos estudios sociológicos.

Por aquellos años, La Caleta era un pasadizo peligroso hacia La Puntilla, según se comenta en La Provincia.

La calle La Caleta, que sigue un trazado en zigzag adaptado al curso del risco que da a la marea, es un paso cada vez más frecuentado por los vecinos que van a la playa o a La Puntilla, algo habitual desde siempre, pero mucho más concurrido desde que se construyeron bloques de viviendas más arriba. Por allí transitan miles de personas a diario. Hay una peculiaridad en cuanto al paso de vehículos: precisamente en el lugar donde cedió la calle, hay un estrechamiento que impide el paso de coches anchos. Solo vehículos tipo 600 o “mini”, y como mucho un tipo 127 si llevaba los cristales laterales plegados, podían atravesar ese tramo, que tenía (hasta ayer) el ancho de una acera. De este modo, los coches anchos que llegaban hasta el lugar del accidente se veían obligados a dar la vuelta como pudieran y regresar por el mismo camino.

Manuel del Río desconocía este detalle. Según el testimonio del profesor Castillo (uno de los ocupantes del coche siniestrado y que salió ileso junto a su mujer), cuando Manuel del Río puso en marcha el coche, preguntó a su mujer si esa calle tenía salida, a lo que ella respondió que sí, pero que tuviera cuidado porque tenía muchas curvas. Otro detalle importante que arroja luz sobre el suceso es que la calle La Caleta tenía mala iluminación. En una de las esquinas anteriores al lugar del hecho había un punto de luz que, según una vecina, hasta anteanoche funcionaba. Sin embargo, en el punto exacto donde el coche de Manuel del Río se despeñó, la iluminación llevaba tiempo estropeada, y las quejas de los vecinos a la Policía Municipal habían sido inútiles. El lugar, por su oscuridad, solía ser escenario de actos violentos o buscado por parejas.

De ello se puede deducir que, entre la mala iluminación nocturna y el hecho de que media hora o tres cuartos de hora antes se había desplomado el muro de contención hacia el vacío, sin dejar escombros en el pavimento, Manuel del Río fue inducido a caer fatalmente en el risco.

La Provincia pudo constatar ayer la indignación de los vecinos del barrio por lo sucedido. Ellos responsabilizan al Ayuntamiento por su falta de atención a ese lugar, sobre todo en un punto de tránsito tan decisivo hacia la playa para miles de personas de La Isleta, como es la calle La Caleta. El cierre de la calle al tránsito de vehículos y personas representa un gran perjuicio para el vecindario, que ahora se ve obligado a dar un largo rodeo.

Recreación del accidente publicado el La Provincia



La Provincia

Diario Las Palmas (Edición del lunes). Crónica firmada por María Isabel Rodríguez. 

Vieron caer el coche de Manuel del Río

-El accidente ocurrió mientras se esperaba la llegada de vallas para colocarlas en el lugar del hundimiento que había afectado a la calle La Caleta.

«Hace casi cuatro meses que vengo denunciando a la Policía Municipal que en esta calle había una grieta peligrosa. Al principio era solo como un hilo, pero luego se fue ensanchando paulatinamente hasta llegar a dos dedos de ancho. La Policía y los técnicos vinieron varias veces, especialmente en los últimos días. Me dijeron que iban a taponar la grieta, pero que lo más seguro sería cerrar el paso colocando macetones con palmeras a ambos lados de la calle. El técnico, no sé si era un ingeniero o quién, me preguntó si estaría dispuesta a regarlas, y le respondí que sí. El viernes taponaron la grieta con broza y alquitrán, pero no dieron golpes fuertes, solo martillearon a la altura de una cloaca obstruida. Y ya ve, precisamente ese día ocurrió la desgracia que todos temíamos, aunque sin saber a quién le tocaría en suerte».

Doña Emilia Pulido Artiles, vecina de La Puntilla, vive en una casa cuya puerta da justamente a la caleta, donde el muro se desplomó en la madrugada del pasado sábado. Fue testigo presencial del trágico accidente que costó la vida a Manuel del Río Suárez, una persona muy conocida en toda la ciudad.

Escuchó el estampido 

Afirma que eran las dos de la madrugada, estaba en la cama, pero despierta, cuando escuchó un fuerte golpe y salió a la calle.

«Vi que el muro se había venido abajo, y llamé enseguida a la Policía Municipal, que llegó rápidamente. Se fueron a buscar unas vallas, y mientras tanto apareció la Policía Nacional. Yo estaba hablando con ellos sobre el mismo tema cuando vimos aparecer un coche que venía del otro lado, como si fuera a dar la vuelta. El conductor, o bien conocía la zona muy bien o no la conocía en absoluto. Solo los vecinos con coches muy pequeños pasaban por aquí, porque el ancho de la calle yo creo que no llegaba a dos metros. Últimamente, por la grieta de la que le hablo, nadie se atrevía a pasar con coche, aunque a pie sí. Yo misma y mis hijos pasamos a las diez y media de la noche del viernes. Según nos dijeron después, los ocupantes del coche venían de cenar en “Casa Juan”, el de Arucas, un bar que está al otro lado de la caleta. Seguramente vinieron a dar la vuelta aquí, con tan mala suerte que lo hicieron justo cuando el muro acababa de caer».

«Vimos como se despeñaba»

La buena señora cuenta que ella, los policías y los vecinos de los apartamentos cercanos vieron cómo el coche se despeñaba en el fondo de la caleta, sin poder hacer nada para impedirlo:

«La marea estaba crecida, pero las olas llegaban ya débiles y no cubrían el coche. Dos de los policías nacionales bajaron como gatos, sin sogas ni nada, para auxiliarlos. Yo creo que hay doce metros de altura. Luego bajaron otros con sogas, y después llegaron los bomberos, las ambulancias, la Policía… Pero ese pobre señor no pudo salvarse. Si las vallas hubiesen estado colocadas, esto no habría pasado. Pero ya ve, no se pudo evitar la tragedia que desde hacía meses temíamos. Lo que nunca se puede saber es a quién le tocará…».

Los vecinos dicen que no tienen miedo de vivir allí porque las viviendas tienen más de cuarenta años y están asentadas sobre roca firme.

«El peligro de ese tramo de la calle es que estaba construido casi en falso, sobre la caleta, como se puede apreciar. Y ese poste de luz que ve frente a mi casa también es un peligro, porque hasta se mueve. Espero que ahora lo quiten».

Otro vecino intervino en la conversación para añadir: «Lo que los técnicos han dicho es que hacer una obra por aquí era muy costoso. Pero que, cuando se construyera el Auditorio, se solucionaría todo el problema de esta calle, con una gran avenida».

La calle de La Caleta en la actualidad

Fuentes y fotos: periódicos La Provincia y Diario de Las Palmas

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