El 21 de julio de 2015, a las 8:30 de la mañana, un estruendo alertó a quienes a esa hora caminaban o hacían deporte en la playa de El Confital. El voladizo que sobresalía por encima del yacimiento prehispánico de Las Cuevas de los Canarios* colapsó, y las grandes piedras rodaron ladera abajo hacia la playa.
Piedras de hasta 4 toneladas y algunas de hasta un metro de diámetro rodaron por la falda de la montaña hasta alcanzar la carretera y la zona de entarimado de madera de la playa, a unos cien metros del puesto de vigilancia de Cruz Roja.

La escasa afluencia de personas en el lugar, debido principalmente a la hora del derrumbe, ayudó notablemente a que no hubiese daños personales.
En este caso, el destino ayudó a que no hubiese heridos, especialmente considerando que la tarde anterior se habían reunido en la playa de El Confital cientos de personas para contemplar un espectáculo de danza dentro del TemudaFest. Pudo haber sido una tragedia.

Las fotografías de las grandes rocas junto a la pasarela de madera son parte de la historia de El Confital. No hay que olvidar que es un fenómeno natural causado por la erosión del terreno. No ha sido el primer derrumbe en la ladera de la montaña de El Confital, ni será el último.
Desde ese día se tomaron medidas para limitar el tránsito de personas y vehículos en el tramo donde existían más posibilidades de un nuevo derrumbe. Durante meses, la zona estuvo vallada. Con el paso del tiempo, estas medidas se han ido reduciendo, aunque aún siguen dibujadas sobre la pasarela las señales que indican el peligro de desprendimiento. El peligro siempre estará presente. También hay un cartel que lo informa.
