Investigadores de la ULPGC analizan el riesgo de ralentización de la corriente oceánica del Atlántico y los impactos del cambio climático en el Archipiélago.
La temperatura del mar en Canarias ha experimentado un aumento significativo de aproximadamente 1,5 a 1,8 grados Celsius por encima de lo normal en las aguas del Archipiélago. Aunque las observaciones científicas in situ aún no han detectado la ralentización de la corriente oceánica del Atlántico, los modelos de predicción indican que podría haber una disminución en la Circulación Meridional de Vuelco del Atlántico (AMOC), lo que podría tener consecuencias importantes.
Así lo ha señalado Aridane González que, junto a María Dolores Pérez, ambos investigadores del Instituto de Oceanografía y Cambio Global (IOCAG) de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, han analizado en la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria.
Respecto a la circulación oceánica del Atlántico, María Dolores Pérez indicó que todas las corrientes marinas están interconectadas entre sí, y en el caso de la Corriente del Atlántico Norte (AMOC), juega un papel importante de redistribución del calor por todo el planeta. «En las zonas subtropicales y tropicales se calientan debido a la acción del sol y transportan ese calor en las corrientes que van paralelas al continente americano hacia altas latitudes. Una vez llegan a las zonas polares, esta agua cálida interactúa con la atmósfera, libera ese calor y se hace más fría, más densa, se hunde y luego va hacia el sur a las capas más profundas del océano. Esa transformación de aguas superficiales cálidas a aguas profundas frías, es lo que se conoce como la Corriente del Atlántico Norte», explicó la investigadora del IOCAG.