Lo primero que hay que tener en cuenta es que un patinete eléctrico no es un juguete, sino un vehículo, cuyo conductor debe respetar las señales de tráfico. Para que el crecimiento exponencial de su uso no lleve aparejado graves accidentes con víctimas, incluso mortales, hay que ser responsable con su uso.
Su empleo genérico está limitado a carriles bici y a la calzada de algunas vías urbanas. No puede circular por las aceras ni zonas peatonales, y no puede superar los veinticinco kilómetros por hora. Al cruzar los pasos de peatones, hay que hacerlo a pie.
Tampoco se puede usar en vías interurbanas, travesías, autopistas, autovías ni en túneles, incluso urbanos. Un patinete eléctrico no puede llevar más de una persona, y su conductor no puede usar el teléfono móvil ni llevar auriculares. Tampoco puede conducirlo si ha consumido alcohol o drogas. Si se trata de un menor, su tasa de alcohol es cero.
Por las noches, el patinete debe llevar luces y alguna prenda reflectante. Cada ayuntamiento determinará a partir de qué edad puede conducirse, en qué tipo de vías urbanas puede moverse, y si el casco, además de recomendable, es obligatorio, así como el seguro de responsabilidad civil.
Sería conveniente que a la hora de comprar un patinete eléctrico, se solicite el certificado de características, que será obligatorio a partir de 2024. De lo contrario, en el año 2027, todos los patinetes eléctricos que no dispongan del citado certificado pasarán a ser ilegales.
Por último, antes de usarlo, se debe intentar conseguir algo de destreza en un lugar seguro, hacer un repaso de las normas de tráfico, y después, respetar las instrucciones de recarga de las baterías y las revisiones, sobre todo de los neumáticos y su presión.
Al tratarse de vehículos eléctricos, les corresponderán las etiquetas medioambientales más favorables, cero.
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