La tienda del chino por Pino Lorenzo López
Había cierta expectación en el barrio porque la tienda de Nélida iba a ser traspasada a unos chinos. Entonces no se veían tantos chinos en la ciudad, algún que otro comercio o supermercado.
Quise rápidamente conocer a los nuevos vecinos, y cualquier pretexto me sirvió para bajar a la tienda. Ella se llamaba Sofía, él Juan Carlos, y su hijo Felipe. El niño, con 5 años de edad, correteaba por la tienda y jugaba con algún vecino. Sofía, sin apenas hablar español, pudo entender lo que le pedía, y me sirvió amablemente. Su marido, Juan Carlos, bajaba los ojos cuando le miraba, y sonreía como si quisiera decir algo más.
Fue haciéndose costumbre ir a la tienda del chino a comprar. La cercanía y la rapidez en traer productos nuevos cuando se los pedías, fueron ganando mi confianza.
De continuo una palabra bonita, un cómo estas, y aquella sonrisa del chino que siempre me inquietó.
Ayúdanos a seguir informando día a día sobre nuestra playa: dona