Tras el último año de incertidumbre, confinamientos y toque de queda, casi todos miramos a los próximos meses de verano esperanzados, confiados en que gracias a la vacunación vamos a poder disfrutar del buen tiempo. Estamos deseosos de hacer planes que nos permitan recobrar actividades al aire libre, de esas que incluyen el sol o el agua entre sus componentes principales.
En ese contexto, será importante tener cuidado y tomar precauciones para protegernos de los rayos del sol. No solamente evitándolos durante las horas centrales del día, sino utilizando cremas, gorras y también, cómo no, gafas de sol.
Cara y cruz de los rayos UV
La radiación ultravioleta (UV) que recibimos del sol tiene efectos muy beneficiosos para la salud. La síntesis de vitamina D se produce en la piel como consecuencia de una reacción química que requiere la presencia de esta radiación. Y no hay que olvidar que está vitamina juega un papel clave en el estado de mineralización de nuestros huesos.
Para mantener unos niveles adecuados de vitamina D, un adulto de piel blanca necesita exponerse entre 20 y 30 minutos de sol tres veces en semana, dejando al descubierto una superficie de piel equivalente a la cara y los antebrazos.
¿Pero qué pasa si nos excedemos en la exposición a radiación UV? Que tiene efectos perjudiciales para la salud. En concreto, en la piel ocasiona quemadura solar, reacciones alérgicas, envejecimiento acelerado y diversos tipos de cáncer cutáneo. Además de que se asocia la radiación UV a alteraciones en el sistema inmunológico. La exposición solar excesiva es la principal causa evitable de cáncer de piel.
Los ojos tampoco salen indemnes. Esa misma radiación es la responsable de alteraciones como fotoqueratitis, pterigium o cataratas, si se recibe en exceso. Y sin embargo solemos restarle importancia.
Según la información aportada por profesionales de la salud de la zona de la Costa del Sol, englobados en la campaña “SOLUDABLE”, dependiente de la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía, la protección que más frecuentemente se utiliza es permanecer a la sombra o bajo la sombrilla, seguida de evitar las horas centrales del día, protegerse con gorras o sombreros. Las gafas de sol ocupan el cuarto lugar.
Gafas de sol también los días nublados
Centrándonos en la protección ocular, debemos tener siempre en cuenta que el uso de gafas de sol es tan importante en los niños como en los adultos en todas las estaciones del año, pero sobre todo en la época estival, en la que hay más horas de luz y además hacemos más vida al aire libre. También es bueno recordar que, incluso cuando está nublado, estamos expuestos a la luz ultravioleta además de a la luz visible.
Las lentes de protección solar estarían especialmente indicadas asimismo en determinados entornos o actividades. Por ejemplo, cualquier actividad en la montaña o cerca de superficies reflectantes, como el mar o la nieve.
Las gafas de sol no están catalogadas como producto sanitario, sino como Equipo de Protección Individual (EPI). Eso permite que las encontremos en gran variedad de establecimientos, no solo sanitarios, ya que su venta está liberalizada.
Lo malo es que a veces los sitios en los que las podemos adquirir no nos proporcionan todas las garantías de protección para los ojos que deberían. Por eso, llevar unas gafas de sol que no cumplan con los requisitos deseados en cuanto a filtros solares puede dar lugar a que pensemos que estamos protegidos de los rayos UV cuando, en realidad, un filtro no adecuado hace que estemos en una situación de mayor riesgo que si no llevamos nada.
El uso de gafas con lentes oscuras, coloreadas o con otros filtros, como espejados o polarizados, debe garantizar que, además de filtrar, absorber o reflejar parte la luz visible incidente sobre el ojo, se bloquea totalmente la radiación UV. Usar lentes oscuras pero que no garanticen la protección ultravioleta es incluso más peligroso para los ojos que no usar nada.
Cómo elegir los filtros
Existen unas pautas generales a la hora de elegir unas gafas de sol. Unas están relacionadas con el color de los filtros:
- Verde para hipermétropes, porque altera poco los colores;
- Marrón aumenta el contraste y está más recomendado para miopes;
- Gris es el que mejor respeta los colores naturales porque es el que filtra todas las longitudes de onda de forma más uniforme.
- Otros, como amarillos y naranjas, son especiales para condiciones de baja luminosidad. Son los que más contraste proporcionan, y justo por esa razón son desaconsejados para uso solar.
Si atendemos a su uso, hay que tener en cuenta que no son iguales unas gafas que vamos a usar para el día a día que las que vamos a llevar a la playa. O las que usaremos para deportes de nieve o montaña.
El nivel de protección de la lente queda reflejado en la Categoría de Filtro Solar, un número del 0 al 4 que indica la cantidad de luz visible (no UV) que absorbe la lente.
Independientemente del filtro que escojamos para nuestras gafas de sol, lo esencial es asegurarse de que filtran el 100% de la radiación UV. También es importante recordar que tomaremos el sol procurando no mirarlo nunca directamente (ni siquiera con gafas de sol). Estas precauciones deberán extremarse en las horas centrales en las que la luz del sol es más fuerte. De este modo nos aseguramos de mantener una buena salud visual a lo largo de toda la vida.
El Óptico-Optometrista es el profesional que conoce estas necesidades y que podrá, en cualquier caso, hacer la mejor recomendación según las necesidades para cada persona.
Sara Bueno Fernández, Profesora Grado en Óptica, Optometría y Audiología, Universidad CEU San Pablo
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation.