Coger la toalla y salir para la playa.
Esa era la felicidad.
Casi todo lo demás es mentira.
La toalla, la arena, el salitre,
las horas que no cuentan,
improvisar cualquier comida,
el olor de la crema protectora,
y luego llegar a casa, ducharte,
salir a tomar una cerveza
o ver atardecer desde una terraza.
Y a lo mejor escribir un poema como este,
tan sencillo que parece mentira
que no lo recuerde luego todo el tiempo.