El periodista y fotógrafo Tino Armas, ha publicado en su Twitter @LasCanteras una foto que data de finales de los años 60 del siglo pasado. La instantánea es un retrato con historia y nostalgia que invita a la reflexión y a la opinión.
Por aquellos años sesenta, el boom turístico y la esquizofrenia del cemento aún no habían transformado las casas terreras de la playa de Las Canteras en apartamentos y residencias. Pero, apenas unos pocos años después, los irresponsables políticos de la época decidieron modificar la normativa urbanística de la zona. Lo que permitió que se construyeran en plan anárquico grandes edificios y adefesios arquitectónicos que se han cargado un entorno natural salpicado de hormigón. Tampoco existían tantos bares y restaurantes. Y se podía pasear sin agobios ni tropezones. Hoy, se está haciendo más difícil caminar en espacios abiertos. La avenida de Las Canteras ha sido invadida por mesas, sillas y sombrillas que ocupan suelo público. Con el agravante de que no hay vigilancia ni una sola autoridad que regularice y ponga límites a esa ocupación ilegal. El paseo parece una selva llena de barreras. El desmadre perfecto. Venir a caminar es como participar en una carrera de obstáculos. Todo se consiente. Anarquía pura y dura. Además, no se pagan impuestos por tener ese mobiliario de lado a lado del paseo que tanto asfixia a los paseantes. Según portavoces del ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, hasta el año 2017 los empresarios de los bares y restaurantes no pagarán tasas por ocupar el espacio público que ellos han privatizado con sus sillas, mesas y sombrillas. Es decir, hasta el día de hoy, según me cuentan, no han pagado ni un solo tributo por ese concepto desde el año 2008. Lo que deja bien claro que no existe o no está en vigor la Ordenanza Reguladora de las tasas por utilización privativa o aprovechamiento especial de los bienes de dominio público.
Bien sea por presiones de algunos empresarios; o porque el concejal de Playas y el propio alcalde (incluidos los anteriores ediles) hacen la vista gorda, lo cierto es que este asunto se les ha ido de las manos. El paseo de Las Canteras, seña de identidad de una de las mejores playas del mundo, más parece un rastro o mercadillo que una avenida sencilla y hospitalaria como en aquellos años sesenta donde pasear era un placer y un lugar de encuentro, y no un tormento como ocurre en la actualidad.
A veces, las leyes son para los que cumplen con las leyes; y otras veces, las leyes se incumplen con la connivencia de quienes hacen las mismas leyes. Es decir, ¿la presunta corrupción se pasea por Las Canteras con absoluta impunidad? Mientras, los dirigentes políticos del ayuntamiento capitalino (los de ayer y los de hoy) observan, callan y otorgan. O sea, lo que en el argot jurídico se denomina «cooperación necesaria y complicidad». Supuestamente, claro.
¡Pobre Canarias!
Por Armando Marcos