“Cuando dos caminos se separan… toma aquel que se dirija a la playa”. Hannah McKinnon

Viernes: con la brisa del norte llegan las nubes

Rock en Las Canteras.

Vamos a ver: de toda la vida me ha gustado el rock (aunque no me considero exactamente eso que llaman un viejo rockero). Y más aún: de toda la vida he sentido una gran admiración y respeto por los rockeros canarios (entre ellos mis hermanos), que, en la tierra de una hora menos, han intentado luchar como en un cómic, épicamente, contra el sino isleño para salir adelante tocando la música que les gusta. Dedicarse al rock en Canarias como profesional –lo saben mejor que nadie los propios rocatas- es cosa ciertamente dura; por eso uno debe alegrarse cuando algún local le da a un grupo la oportunidad de tocar en directo, como está sucediendo actualmente en uno o más locales del paseo de Las Canteras. Y yo me alegro de corazón.

Ahora bien -siento en parte escribir esto-, el hecho de tocar rock en el paseo por la tarde, la combinación rock/playa, no termina de convencerme, la verdad; me plantea dudas. Porque estás en la playa, echado en la arena tomando el sol o incluso en el mar nadando cerca de la barra o de la peña, relajándote, recargando pilas y, en vez de oír el mar, te llega el sonido duro de la música eléctrica; y me asalta también la duda de si a los turistas o a los clientes de los hoteles y apartamentos, que supongo que quieren estar tranquilos, esto es lo que desean para sus vacaciones o para su descanso. No obstante, es verdad que la música de un grupo en directo da vida al paseo, como le están pidiendo ahora los comerciantes al Ayuntamieno, y atrae a la gente joven que consume, contribuyendo así a la movida económica. Pero yo lo sigo encontrando un puntito “estridente” para lo que se supone que es la playa: un lugar de descanso. A mí no me da paz, no me relaja (comprendo que a otros sí). Prefiero oír rock en otros momentos y en otros lugares. A lo mejor es cuestión de acordar una hora, no sé; cuando cae la noche, por ejemplo. O tocar dentro de los locales.

Con todo, yo no pido nada al respeto, ninguna medida, y me cuido mucho de dejarme llevar por esa moda actual de querer prohibirlo todo (moda que, por cierto, afecta incluso hasta los mismos viejos rockeros); sólo hago aquí esta reflexión para compartirla con ustedes ahora, lectores. Pero en cualquier caso, sí quiero dejar bien claro que yo siempre le desearé…

¡Larga vida al rock! ¡Forever!

Angie, you’re beautiful

Luis del Río García

En mi guarida personal, a 30 de octubre de 2010

A mis hermanos Kaelo y Manolo

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