¿Losetas o graffitis? Se pregunta la ciudad. ¡Frescos!, digo yo. En tiempos de crisis la elección debe ser lo barato. Y lo que se conserva más fácilmente. A mí me gustan los graffitis urbanos y el genio de los aerosoles, pero ¿cuánto aguantarían en buen estado en los túneles de la Marítima? ¡Ésa es la cuestión!
Hasta los frescos de la Capilla Sixtina dicen ahora los expertos del Vaticano en un informe que se deterioran inevitablemente por las micropartículas orgánicas que desprenden los cuerpos de los más de siete millones de visitantes anuales, las cuales penetran los muros y la bóveda de tal manera que es imposible limpiarlos del todo. Cuanto más las paredes porosas de los túneles por donde circulan diariamente miles de coches, guaguas, camiones del puerto, motocicletas de todos los tamaños y demás vehículos depositando una nube de polución más depre que la panza de burro.
Frescos, sí; porque es de frescos gastarse una tela en tiempos de crisis por una elección. ¿Por qué no una mano de albeo y ya está, hasta que cese la crisis? Y que me perdonen los artistas locales.
Para frescos, los del Vaticano.
Luis del Río García
Alcaravaneras, 5 de septiembre de 2010