Respetado amigo, como no se por donde andas ahora, dejaré estos apuntes por allí por el Pinar de Tirajana, para que cualquier remolino de viento te lo alcancé.
En Enero de 2008 nos dejaste. Fuiste un referente para los caminantes de montañas, laderas, barrancos y pinares de nuestra tierra canaria. Te voy a decir una cosa amigo: perteneces a esa clase de seres que, aunque por ley de vida terminan sus días en este mundo, siempre estarán presentes en nuestros recuerdos. Ahí más allá te envié una carta de despedida y al repasarla ahora, a los dos años de tu ausencia, me pareció bien lo que escribí y me permito repetirlo. Decía algo así:»Viejo amigo, me hubiera gustado estar a tu lado cuando caíste. Cierro los ojos y me parece oír el profundo grito de tu tronco al desgarrarse de sus entrañas. Al principio serian unos leves crujidos y luego, poco a poco, in crescendo hasta llegar al estallido final. Me imagino el impresionante espectáculo de ver tu recia estructura separándose de su base, de ver tu gigantesco tronco desplomándose sobre la tierra que te alimento durante tantísimos años. Tu caída tuvo que ser majestuosa, elegante, y, tal como habías vivido, sin perder la compostura. Mis andanzas montañeras, desde 1950 más o menos, me llevaron en incontables ocasiones por tus dominios y siempre paraba para saludarte».
Bien, repito las palabras con que inicié aquel escrito: ADIÓS AMIGO.
Vicente García
Enero de 2010
