Querido Gabriel: No pude ir al acto de tú despedida, era superior a mis fuerzas. Por eso fui temprano a verte, y nuestra querida Mary, tú esposa, me pasó dentro a verte, y allí estabas tú,
sereno y guapote como en nuestros mejores tiempos.
Como estabas dormido, no quisimos despertarte, ya nos veremos, cuando Dios quiera.
Te recuerdo el documento que firmamos, el numeroso grupo de amigos de la playa, el año 50, sobre la travesía a nado de la Puntilla a la Peña de la Vieja, el primer domingo de Octubre de cada año, en el que los primeros que llegasen tenían que esperar subidos sobre la Peña a que llegasen todos los demás. Por lo visto yo soy el peor nadador, pero no desespero y sigo nadando contra la corriente, aunque, cada vez me cuesta más. Me están dejando solo, pero me consuela saber, que subidos a la Peña, además de los inseparables, Emeterio, Campitos, Tony Gallardo, y tú, están todos los demás que han ido llegando: Manolo Millares, Wiso, Paco Reyes, Padorno, Julio Maccanti, Humberto Trujillo, y tantos otros que ya casi cubren la Peña.
Querido amigo, bueno lo de amigo es una broma, pues tú y yo sabemos que siempre hemos sido hermanos, ¡guárdame un sitio a tú lado, sobre la Peña.
¡Ah! Y recuerda aquello que yo siempre digo “no hay muerte si no hay olvido”, como Mary tus hijos y yo, no te olvidaremos nunca ………estás dormido, por eso no te quise despertar ayer cuando fui a despedirme. Te quiere, tú hermano.
Manolo Fabre.