El aire inaugura el día con salitre mientras tú, buscador de verdad, te deslizas sobre los rastros de la multitud.
La danza de la grulla preside la mañana y un gladiolo blanco va musitando el misterio más allá de todo.
Una realidad preciosa, vibrante, se despierta de entre las sábanas y salpica los párpados de la noche al ritmo de sus derviches.
Texto: Teresa Iturriaga Osa
Fotografía: Tino Armas
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