Lo que ven en la imagen no es Dubái por muchas grúas que se divisen, es un paraíso aún mejor; hablo de la Playa de las Canteras, Las Palmas de Gran Canaria. Poco a poco esta ciudad me encandila; todo se une, compañía, clima, ambiente…
Y les voy a contar lo que sé; seguramente se me escapen muchos datos, pero sin duda ayudare a entender un poco, el por qué esta playa ocupa, ya, un huequecillo en mi memoria y retina cuando cierro los ojos: La Playa de las Canteras es la mayor playa urbana de las palmas. Hablamos de una longitud mayor a tres kilómetros, por los que darse un paseo puede ser muy bonito; sí, sin duda; pero también muy cansado. Une la ciudad de cabo a rabo, de norte a sur. Desde la puntilla hasta el “cuasi” recién urbanizado barrio de Guanarteme. Y no es solo larga; sino también ancha. Haciendo honor a la verdad en algunas partes más anchas que en otras en las que apenas parece no haber playa (más cuando la marea está alta); pero que diversos cálculos dicen que tiene una anchura media de 50 metros.
Playa frecuentada por turistas y surfistas; todos separados, cada uno en su lugar. En la Playa de las Canteras hay sitio para todos; para aquellos que le gusta deslizarse en tablas de fibra de vidrio a los que prefieren revolcase con una colchoneta. Digamos que la playa está inteligentemente dividida. Y digo, inteligentemente, pues la acción humana tuvo mucho que ver. Una solución salomónica: mitá pá ti, mitá pa mí. La playa de Las Canteras, es playa de grandes olas; algunas veces dichas mareas hacen peligroso un simple baño. Para combinar a la perfección esa necesidad turística de la que se dota las Palmas; y satisfacer, a la vez, ese sentimiento “surfero” latente en toda la isla, se construyó “una barra” o rompeolas, que ocupa aproximadamente la mitad de la playa; siendo esta ocupada, básicamente por turistas; pues, adivinen donde están los hoteles; blanco y en botella… Peña la vieja, Playa chica, Playa Grande y La Puntilla son esas zonas de la playa donde el turista se codea con el no aficionado al sur; playas más tranquilas –en lo que a oleaje se refiere- donde clavan sombrillas y estiran toallas aquellos que buscan simplemente el relax. Otra gran parte de la playa: La Cicer y los Muellitos, es la playa, por antonomasia, deportiva; la playa más deportiva que yo he visto. Deportes de día y de noche. Surf, futbol, palas…y hasta volteretas (¿debo considerarlo deporte?). Es increíble como cuando por la noche, cuando uno, sedentario por naturaleza, se decide a ir a cenar, al pasear por el paseo marítimo se tropieza con corredores de footing y mirando a la playa encuentra a equipos de futbol entrenando. Por el día; si se te ocurre bañarte en una de estas playas “deportista”, cuidado; mucho cuidado con los surfistas; que son mayoría. De hechos estás olas han criado a auténticos campeones mundiales; sobran palabras.
En su parte más turística la arena es dorada; pero conforme te adentras, conforme recorres kilómetros, se encuentra una división de tonalidades. Que es, cuanto menos, curiosa: se divide la arena entre arena volcánica (negra como la que más), y otra más típica, más conocida, más dorada.
En realidad, pensándolo bien, solo le he encontrado un fallo a esta playa. Este fallo es responsabilidad única y exclusivamente de la panza de burro que nos impide disfrutar de la playa todo el año, dejándolo, solo, en casi todo el año. Octubre, noviembre… aquí frio, allí a la playa. Increíble.
En definitiva, si tienen curiosidad u oportunidad no se lo pierdan; pues ya le digo, no se arrepentirán.
Texto y foto: Francisco de Borja
http://stopbasura.blogspot.com
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